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COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.
tu razón. (Entra la abadesa, seguida de Antífolo y de Dromio de Siracusa.)
La abadesa.—Muy poderoso duque, he aquí un hombre cruelmente ultrajado. (Todo el mundo se aproxima y se apresura para ver.)
Adriana.—Veo dos maridos, ó mis ojos me engañan.
El duque.—Uno de estos dos hombres es sin duda el genio del otro; y lo mismo sucede con estos dos esclavos. ¿Cuál de los dos es el hombre natural y cuál el espíritu? ¿Quién puede distinguir al uno del otro?
Dromio de Siracusa.—Soy yo, señor, quien soy Dromio; ordenad á ese hombre que se retire.
Dromio de Éfeso.—Soy yo, señor, quien soy Dromio: permitid que me quede.
Antífolo de Siracusa.—¿No eres Ægeón, ó eres su fantasma?