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JULIO CÉSAR

manecer Roma, etc.?» Luego de todo ello debo desentrañar esto: «¿Tendrá que permanecer Roma bajo el terror de un hombre?» ¡Qué! ¡Roma! Mis antepasados arrojaron de las calles de Roma á Tarquino cuando era llamado rey. «¡Habla! ¡Hiere! ¡Haz justicia!» ¿Se me suplica pues para que hiera? ¡Oh Roma! Te lo prometo. Si ha de ser para alcanzar justicia, recibe todo lo que pides de las manos de Bruto. (Vuelve á entrar Lucio.)

Lucio.—Señor, han pasado catorce días de Marzo.

(Se oye un golpe.)

Bruto.—Está bien. Vé á la puerta, alguien llama. (Sale Lucio.) Desde el momento en que Casio me excitó contra César, no he dormido. Entre la ejecución de una cosa terrible y el primer móvil de ella, todo el intervalo es como un fantasma ó como un horrible sueño. El genio y los instrumentos mortales, se confrontan entonces; y el estado del hombre, como un