Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/310

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
288
LAS ALEGRES COMADRES

Falstaff, vil bribón, tratará de seducir á su paloma, robarle su oro y deshonrar su lecho.

Nym.—No desmayará mi encono. Induciré á Page á que se sirva del veneno: haré que lo posean los celos, porque la sublevación del ánimo altivo es peligrosa. Tal es mi verdadero anhelo.

Pistol.—Eres el Marte de los descontentos, y yo te secundo. Vamos adelante.

(Salen.)
ESCENA IV.
Cuarto en casa del doctor Caius.
Entran la señora APRISA, SIMPLE y RUGBI.

Aprisa.—¿Oyes, Juan Rugbi? Te ruego que vayas á la puerta-ventana, y veas si puedes divisar á mi señor, el señor doctor Caius, en camino hacia aquí; pues á fe mía, que si llega y encuentra á alguien en la casa, ya tendrán que pagarlo la paciencia de Dios y el idioma del rey.

Rugbi.—Voy á hacer de centinela.

(Sale.)

Aprisa.—Vé, que por ello tendremos una buena colación temprano en la noche, te lo prometo, al último calor del carbón de piedra. Es un mozo honrado, servicial y bondadoso como el mejor sirviente que jamás pisó casa alguna. Y os aseguro que no es chismoso, ni pendenciero. Su peor falta es ser dado á rezos, y á veces es testarudo en esto; pero no hay quien no tenga algún defecto. Así, no hagamos caudal de ello. ¿Decís que vuestro nombre es Pedro Simple?

Simple.—Sí, á falta de otro mejor.

Aprisa.—¿Y el señor Slender es vuestro amo?

Simple.—Sí, ciertamente.

Aprisa.—¿No lleva unas grandes barbas redondeadas como la cuchilla de los guanteros?