Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/78

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
68
JULIO CÉSAR

Cuando Marco-Bruto llegue á ser tan avaro que encierre de sus amigos esas miserables monedas, ¡aprontad, oh dioses, todos vuestros rayos para despedazarle!

Casio.—No os negué!

Bruto.—Negasteis.

Casio.—No negué. El que os trajo mi respuesta fué un imbécil. Bruto ha desgarrado mi corazón. Un amigo debería soportar los defectos de sus amigos; pero Bruto exagera los míos.

Bruto.—No lo hago, sino cuando me hacéis sufrir por ellos.

Casio.—No me tenéis afecto.

Bruto.—No me gustan vuestras faltas.

Casio.—El ojo de un amigo nunca podría ver tales faltas.

Bruto.—No las vería un adulador, aunque son tan grandes como el monte Olimpo.

Casio.—¡Venid, Antonio y joven Octavio, venid y vengaos sólo de Casio! Porque Casio está cansado del mundo; odiado por aquel á quien ama; retado por su hermano; oprimido como un siervo; observadas todas sus faltas y anotadas en el libro y divulgadas y aprendidas de memoria para arrojárselas al rostro. ¡Oh! ¡Podría llorar el alma por los ojos! Aquí está mi puñal: he aquí mi pecho desnudo. Dentro hay un corazón más valioso que la mina de Pluto, más rico que el oro. Si es verdad que eres un romano, tómale. Yo que te he negado oro, te entrego mi corazón. Hiere como hiciste con César; yo sé que cuando más lo aborreciste, lo amabas aún más que lo que nunca amaste á Casio.

Bruto.—Envainad vuestro puñal. Montad en cólera cuanta os plazca: ya tendrá libre campo. Haced lo que os plazca: el deshonor será mal humor. ¡Oh Casio! Estáis uncido con un cordero que soporta la có-