Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/92

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
80
JULIO CÉSAR

sio nació en este mismo día. Dame tu mano y sé testigo de que contra mi voluntad, como sucedió en Pompeya, me veo forzado á aventurar en el éxito de una batalla todas nuestras libertades. Sabéis que tuve en grande estima á Epicuro y su doctrina. Ahora, pienso de otro modo, y en parte creo en cosas que son presagios. Viniendo de Sardis, cayeron sobre la enseña de nuestra vanguardia dos vigorosas águilas y en ella se posaban, y se alimentaban de manos de nuestros soldados que nos acompañaron aquí á Filipi.—Esta mañana volaron y se fueron, y en su lugar vuelan sobre nuestras cabezas cuervos, milanos y buitres que miran hacia nosotros abajo, como si fuéramos una presa moribunda.—Sus sombras parecían el más funesto pabellón extendido sobre nuestro ejército próximo á perecer.

Messala.—No creáis tal cosa.

Casio.—No lo creo sino en parte; porque tengo el espíritu despejado, y resuelto á afrontar los peligros con toda constancia.

Bruto.—Lucilio también.

Casio.—Ahora, muy noble Bruto, los dioses nos son favorables, para que amándonos en paz, dejemos correr los días hasta la vejez. Pero desde que son siempre tan inciertas las cosas humanas, discurramos sobre lo que puede acontecer de peor. Si perdemos esta batalla, seguramente es esta la última ocasión en que hablaremos juntos.—En tal caso ¿qué contáis hacer?

Bruto.—Seguiré la norma de aquella filosofía en cuyo nombre censuré á Catón por haberse dado la muerte. No sé por qué, pero encuentro que es cobardía y vileza anticipar el término de la vida, por temor á lo que pueda acontecer. Me armaré de paciencia para sobrellevar los decretos de los altos poderes que gobiernan las cosas de aquí abajo.

Casio.—¿Es decir que si perdemos esta batalla, es-