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2 STELLA

—Veo que no es sólo intelectualmente que está usted desorientado señor Quiroz... Cui= dado, que mo empiece á perder también el tacto y la disc

Permanecía de pie, esforzándose por conte- uer la indigoación que sentía hervir en ella. No eran ya alarmas de su altivez era toda sualtivez de corazón y de saugre que se levantaba!

Preparábanse los dos para el ataque y la defensa.

Iban 4 hablar, iban 4 decir, iban 4 cruzar sus palabras como dos aceros; lo sabían. . lo sentían... lo temían,

Stella habló desde lejos:

— ¿Sábes, padrino, que ya he aprendido á manejar el cinematógrato que me regalaste? ¡Alex nos permite que para Navidad demos una gran función! Sí, vendrán muchos niños para Navidad; todos los que tú vistes en la playa.

—Y también muchos otros que hoy no es- taban, informó, la. Perla: Tomasa, Marucha y el Mono.

—Mariana, Teresa y Ramón, agregó El vira,

—X olvidan al Farrueo y 4 Manuel? dijo Florencio.

—Es muy bueno nuestro padrino, prosi- guió Stella, entre el silencio de asentimiento



para


que...

que medan ganas de llorar.