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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

sino con humildad, considerando cada uno a los demás como superiores, buscando no el propio interés, sino el de los demás[1].

Para ello, pues es necesario que los orientales disidentes, abandonando antiguos prejuicios, traten de conocer la verdadera vida de la Iglesia, sin querer imputar a la Iglesia romana los pecados de los particulares, pecados que ella condena y trata de corregir por primera vez; por eso los latinos tratan de conocer mejor y más profundamente la historia y costumbres de los orientales; porque precisamente de este conocimiento íntimo derivó tanta eficacia al apostolado de San Josafat.

Esta fue la razón por la que promovimos el Pontificio Instituto Oriental, fundado por Nuestro predecesor Benedicto XV, convencido de que del correcto conocimiento de los hechos surgirá la justa apreciación de los hombres y también esa sincera benevolencia, que, combinada con la caridad de Cristo, con la ayuda de Dios, beneficiará grandemente a unidad religiosa[a].

Animados por esta caridad, todos experimentarán lo que enseña el Apóstol divinamente inspirado: No hay distinción entre judío y griego, porque es el Señor de todos, rico para todos los que lo invocan[2]. Y, lo que es más importante, al obedecer escrupulosamente al mismo Apóstol, no sólo se dejarán a un lado los prejuicios, sino también la vana desconfianza, el rencor y el odio: en una palabra, todas esas animosidades tan contrarias a la caridad cristiana, que dividen al mundo y a las naciones. De hecho, el mismo San Pablo advierte: No os engañéis unos a otros, ya que os habéis despojado del hombre viejo con sus obras y os habéis revestido del hombre nuevo, que se renueva para lograr un conocimiento pleno según la imagen de su creador, para quien no hay griego o judío ... bárbaro o escita, siervo o libre, sino que Cristo es todo en todos[3].

De esta manera, con la reconciliación de las personas y los pueblos, se logrará también la unión de la Iglesia con el regreso a su seno de todos aquellos que, por cualquier motivo, se separaron de ella.

  1. Flp 2, 2-4.
  2. Rm 10, 12.
  3. Col 3, 9-11.
  1. Pío XI volvió a referirse a la importancia de los estudios orientales en su encíclica Rerum orientalium, del 8 de septiembre de 1928, donde expone los frutos de deben esperarse de esos estudios y la labor que desarrolla el Pontificio Instituto Oriental. Wikisource dispone de una traducción de esta encíclica