Página:El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1905, vol 1).djvu/373

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
227
DON QUIJOTE DE LA MANCHA

cedes y grandezas, como es uso de caballeros andantes, que todo debe de ser cosa de viento y mentira, y todo pastraña ó patraña, ó como lo llamáremos; porque quien oyere decir á vuestra merced que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino, y que no salga deste error en más de medio día, ¿qué ha de pensar, sino que quien tal dice y afirma debe de tener huero el juicio? La bacía yo la llevo en el costal, toda abollada, y llévola para aderezarla en mi casa, y hacerme la barba en ella, si Dios me hiciere tanta gracia que algún día me vea con mi mujer y hijos.

—Mira, Sancho, por el mismo que denantes juraste te juro, dijo don Quijote, que tienes el más corto entendimiento que tiene ni tuvo escudero en el mundo. ¿Que es posible que, en cuanto ha que andas conmigo, no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés? Y no porque sea ello así, sino porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores, que todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto, y según tienen la gana de favorecernos ó destruirnos; y así, eso que á ti te parece bacía de barbero, me parece á mí el yelmo de Mambrino, y á otro le parecerá otra cosa. Y fué rara providencia del sabio que es de mi parte, hacer que parezca bacía á todos, lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, á causa que, siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguiría por quitármelo; pero, como ven que no es más de un bacín de barbero, no se curan de procuralle, como se mostró bien en el que quiso rompelle, y le dejó en el suelo sin llevarle; que á fe que si le conociera, que nunca él le dejara. Guárdale, amigo; que antes me tengo de quitar todas estas armas, y quedar desnudo como cuando nací, si es que me da en voluntad de seguir en mi penitencia más á Roldán que á Amadís.

Aquella noche llegaron á la mitad de las entrañas de Sierra Morena, adonde le pareció á Sancho pasar aquella noche y aun otros algunos días, á lo menos todos aquellos que durase el matalotaje que llevaba,