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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

»A esto responden las armas, que las leyes no se podrían sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despojan los mares de corsarios; y finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y á la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas; y es razón averiguada, que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno á ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vaguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas á estas adherentes, que en parte ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos á ser buen soldado le cuesta todo lo que al estudiante, en tanto mayor grado, que no tiene comparación, porque á cada paso está á pique de perder la vida. Y ¿qué temor de necesidad y pobreza puede amargar ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un soldado que, hallándose cercado en alguna fuerza, y estando de posta ó guarda en algún rebellín ó caballero, siente que los enemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede apartarse de allí por ningún caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Sólo lo que puede hacer es dar noticia á su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contramina; y él estése quedo, temiendo y esperando cuándo improvisamente ha de subir á las nubes sin alas, ó bajar al profundo sin su voluntad. Y si este parece no pequeño peligro, veamos si le iguala ó hace ventaja el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que conceden dos pies de tabla del espolón; y con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan, cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies irá á visitar los profundos senos de Neptuno, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le