Página:El Robinson suizo (1864).pdf/127

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida


CAPÍTULO XVII.


Otro domingo.—El lazo.—Excursion al bosque de los calabaceros.—El cangrejo de tierra.—La iguana.


Durante nuestra permanencia en Zeltheim y á pesar de las contínuas ocupaciones que traian consigo los repetidos viajes al buque, no dejámos de santificar los domingos. El cuarto, caia el dia mismo que llegámos á Falkenhorst, y lo celebrámos con ejercicios religiosos y piadosas lecturas, que desarrollasen cada vez más en el alma de los niños los sentimientos de amor y de reconocimiento á Dios.

Conociendo la necesidad de que estos se distrajesen, por la tarde les permití entregarse á sus juegos favoritos, y como entraba en mis principios utilizar estas mismas diversiones, les recordé los ejercicios gimnásticos que tanto les agradaron el primer domingo, con los cuáles queria desarrollar en ellos la fuerza y agilidad, convenientes en todo tiempo, y necesarias en la situacion en que nos encontrábamos. Al ejercicio del arco añadí los de la carrera, el salto, la subida á los árboles, ya escalando su tronco, ó ascendiendo por medio de una cuerda como los marineros cuanto trepan á los mástiles. Cuando se agotaron estos juegos, en los que desplegaron mis hijos su destreza, les propuse otro enteramente desconocido para ellos, el del lazo, arma poderosa muy usada en la América meridional, y en particular en la caza del tigre. Para explicárselo prácticamente dispuse que me trajesen dos palas de plomo del más grueso calibre: las taladré con un punzon, y ensartándolas en una cuerda de unos seis piés de longitud, fijé cada una de las balas á su extremidad.

—Aquí teneis, dije á los niños, que miraban lo que hacia llenos de curiosidad, un arma sencillísima y que os podrá ser útil en algun caso. Como veis es una especia de honda; pero el peso que en sí lleva, en vez de golpear el objeto contra el cual se despide, retrocede sobre sí mismo, y enlaza y sujeta de una manera indisoluble el punto que alcanza. Con este motivo les conté el uso que hacen los mejicanos de estos lazos para coger caballos montaraces; mas como