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que quisiera escribir); siendo así que los tales brillan por sí solos, sin necesitar de señales sobrepuestas y diges: el segundo lugar tienen los que se hacen por argumento.

17 Mas quien trata de componer fábulas y darles realce con la elocuencia, se las ha de poner ante los ojos lo mas vivamente que pueda. Porque mirándolas así con tanta evidencia, como si se halláse presente á los mismos sucesos; encontrará sin duda lo que hace al caso; y no se le pasarán por alto las incongruencias. Buen exemplo tenemos en Carcino, en quien parecio mal que hiciese resucitar á su Anfiarao[1] de donde estaba el templo; y engañóse por no mirar el sitio del prodigio como presente: conque fué silvado en el teatro, ofendidos de esto los mirones. Demas de esto se ha de revestir[2] quanto sea posible de los afectos propios: porque ningunos persuaden tanto como los verdaderamente apasionados: de aquí es, que perturba el perturbado, y el irritado irríta devéras. Por eso la Poesía es obra del ingenio ó del entusiasmo: porque los ingeniosos á todo se acomodan; y los de gran númen en todo son estremados. Las fábulas, ó antiguas ó nuevas, el mismo que las pone en verso, debe ántes proponérselas en general, y despues conformemente aplicar los episodios, y entreverar las particularidades. Quiero decir, que la fábula de la Ifigenia, por exemplo, se puede considerar en general de esta forma: Estando cierta doncella á punto de ser sacrificada, y desaparecida invisiblemente de entre las manos de los sacrificantes[3], y trasplantada á otra region, donde por ley los estrangeros eran sacrificados á cierta Diosa; obtuvo este[4] sacerdocio[5]. El porqué vino allá (á[6] saber, porque un Dios se lo aconsejó por cierto motivo) eso no es del asunto considerado en general, ni

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