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DE CERVANTES.

sus funciones, pues se trataba de completar la habilitacion de la armada Invencible, destrozada luego por los ingleses y las tormentas. Ofreció Guevara uno de aquellos destinos á Cervantes, quien marchó para Sevilla con toda su familia, escepto Rodrigo su hermano, que seguia sirviendo en los ejércitos de Flándes.

El paradero pues del autor de la Galatea, de un poeta dramático veinte veces vitoreado, es el de un dependiente de provisiones. Hay mas; pidió al rey, con un memorial del mes de Mayo de 1590, un empleo de pagador ú oficial real en la Nueva Granada, ó de corregidor de algun pueblo de Guatemala, con ánimo de pasar á América. Por dicha quedó su instancia encarpetada en el Consejo de Indias.

Permaneció Cervantes en Sevilla por algun tiempo, pues fuera de tal cual correría por las Andalucías y un viage á Madrid, vivió allí hasta diez años consecutivos. Despues de ser dependiente del provedor Guevara, lo fué todavia dos años de su sucesor Pedro de Isunza, y luego, al quedar sin destino por la supresión del principal, paró en agente de negocios, y vivió muchos años de las comisiones que le encargaban los ayuntamientos y otros cuerpos, y aun particulares acaudalados, entre ellos Don Hernando de Toledo, señor de Cigales, cuyas fincas administró y fué amigo suyo.

En medio de afanes tan impropios para su ingenio, no se había despedido Cervantes de las musas; pues les tenia consagrado reservadamente su culto, y seguia dando pábulo al fuego innato de su númen. La casa del célebre pintor Francisco Pacheco, maestro y suegro del gran Velazquez, estaba entonces patente á toda clase de ingenios; el taller de aquel artífice, que gustaba tambien de poesía, era, segun Rodrigo Caro, la academia general de toda la gente culta de Sevilla; y siendo Cervantes uno de los concurrentes mas continuos, figuraba su retrato en aquella galería peregrina de mas de cien personages descollantes, que el pincel del maestro habia ido juntando y retratando al vivo. Entabló allá su amistad con el esclarecido poeta lírico Fernando de Herrera, cuya memoria ha venido casi á fenecer en España, pues no consta la fecha ni de su nacimiento ni de su muerte, ni tampoco queda particularidad alguna de su vida; y sus obras, ó mas bien las subsistentes, se hallaron á trozos en manos de sus amigos. Cervantes, que compuso un soneto a la muerte de Herrera, tenia tambien amistad con otro poeta, Juan de Jáuregui, traductor elegante de la Aminta del Taso, cuyo traslado, corriendo parejas con el original, merece la estraña preeminencia de conceptuarse tambien obra clásica. Cultivaba el pintor Pacheco la poesía, y dedicándose igualmente el poeta Jáuregui á la pintura, retrató ademas á su amigo Cervantes.

En aquella mansión de Sevilla fué donde escribió Cervantes las mas de sus Novelas, cuya colección, ya abultada, no salió á luz hasta mucho despues, entre las dos partes del Quijote; y así las travesuras de dos rateros famosos, presos en Sevilla el año 1569, y cuya historia era muy popular, le suministraron el asunto de Rinconete y Cortadillo. El saqueo de Cádiz, donde vino á desembarcar el 1.º de Julio de 1596 la escuadra inglesa mandada por el almirante Howard y el conde de Esex, le dió márgen para idear la Española Inglesa. Escribió igualmente en Sevilla el Curioso Impertinente que embebió en la primera parte del Quijote, el Zeloso Estremeño, y la Tia Fingida, con recuerdos de Salamanca, y cuyo título se sabia únicamente, hasta que por fin se descubrió su manuscrito.

Hasta Cervantes, y desde las guerras de Cárlos V, que les franquearon la literatura italiana, los españoles se habian ceñido á traducir los cuentos deshonestísimos del Decamerón y de los imitadores del Bocacio: por tanto dijo en su Prólogo: ".... Yo soy el primero que he novelado en lengua castellana; que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas estrangeras; y estas son mias propias; no imitadas, ni hurtadas: mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma.” LLamólas ejemplares, para diferenciarlas de los cuentos italianos, y porque no hay una, como lo espresa él mismo, de que no se pueda sacar un ejemplo mas ó menos provechoso. Divídense ademas en serias y jocosas, habiendo siete de las primeras y ocho de las segundas.

Mr. de Florian, que tiene á bien calificar las Novelas de Cervantes de agradables, le tributó el obsequio de arreglar dos en frances, la que titula Leocadia (la Fuerza de la Sangre), y el Diálogo de los perros. Las manejó cabalmente como á la Galatea y el Quijote, y es por cierto gran lástima el ver las obras de tan esclarecido númen osadamente amasadas, cercenadas y lisiadas por tan escaso ingenio. ¿Quién hallará en las diez páginas engreidas y macilentas de Leocadia la relación briosa y patética de la Fuerza de la Sangre? ¿Quién recordará en el coloquio desgarbado de Escipion y Berganza, verdaderos falderillos de retrete, aquel escarnio travieso de los errores humanos, y aquellos rasgos de moralidad trascendental, con que se escopetean los dos guardas del hospital de la Resurreccion? Las Novelas son, tras el Quijote, la patente mas linda de Cervantes para su inmortalidad.