Ir al contenido

Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/399

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
261
CAPÍTULO XXXIII.

Es de vidrio la muger,
Pero no se ha de probar,
Si se puede, ó no, quebrar,
Porque todo podria ser.
Y es mas fácil el quebrarse,
Y no es cordura ponerse
A peligro de romperse
Lo que no puede soldarse:
Y en esta opinion estén
Todos, y en razón la fundo:
Que si hay Dánaes en el mundo,
Hay pluvias de oro también.

Cuanto hasta aquí te he dicho, ó Anselmo, ha sido por lo que á tí te toca, y ahora es bien que se oiga algo de lo que á mí me conviene; y si fuere largo, perdóname, que todo lo requiere el laberinto donde te has entrado, y de donde quieres que yo te saque. Tú me tienes por amigo y quieres quitarme la honra, cosa que es contra toda amistad: y aun no solo pretendes esto, sino que procuras que yo te la quite á tí. Que me la quieres quitar á mí está claro, pues cuando Camila vea que yo la solicito, como me pides, cierto está que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues intento y hago una cosa tan fuera de aquello que el ser quien soy y tu amistad me obliga. De que quieres que te la quite á tí no hay duda, porque viendo Camila que yo la solicito, ha de pensar que yo he visto en ella alguna liviandad, que me dió atrevimiento á descubrirle mi mal deseo, y teniéndose por deshonrada, te toca á tí como á cosa suya su mesma deshonra: y de aquí nace lo que comunmente se platica, que el marido de la muger adúltera, puesto que él no lo sepa ni haya dado ocasion para que su muger no sea la que debe, ni haya sido en su mano ni en su descuido y poco recato estorbar su desgracia, con todo le llaman y le nombran con nombre de vituperio y bajo: y en cierta manera le miran los que la maldad de su muger saben con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lástima, viendo que no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera está en aquella desventura. Pero quiérote decir la causa, porque con justa razon es deshonrado el marido de la muger mala, aunque él no sepa que lo es, ni tenga culpa, ni haya sido parte, ni dado ocasion para que ella lo sea: y no te canses de oirme, que todo ha de redundar en tu provecho. Cuando Dios crió á nuestro primero padre en el paraíso