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182 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

no pudo resistir la tentación, fue á reir, y se moráió las orejas, cortándose las dos á la vez.

— ¡Ah! ¡ah! ¡ah!

— Lo que Vds. oyen. ¡Pobrecilla!


Aunque no lo dijese.

— ¿Cuántos hermanos tienes? preguntaban á un aldeano que pretendia entrar de criado en una casa.

— Señor, somos cuatro, tres hembras y un macho. Este soy yo.


La bomba convertida en salvadera.

Carlos XII dictaba una carta á su secretario á tiempo que cayó una bomba y estalló en la tienda junto al escribiente, que dio un salto haciéndose atrás.

— ¿Qué sucede? dijo el rey.

— Pero señor, ¡la bomba! ¡la bomba!

— ¿Y qué tiene que ver la bomba con la carta que te dicto? Continúa, y guarda los polvos que han caldo para que te sirvan de arenilla.


El valentón.

En el año 1837 vivia en un valentón de bigote retorcido, camorrista, pendenciero y perdonavidas, de esos que cobran derecho por dejar salir á la calle de noche, y que son el coco de los solteros lugareños y el gallo de las princesas del estropajo.

La tiranía de este hombre, que podria llamarse Juan Sin-miedo, se dejaba ya caer con tal peso sobre los mozos, que dos de ellos, no pudiendo sufrirla, se resolvieron á acabar con ella de una manera estrepitosa.

Al efecto lo esperaron una noche junto á la puerta de su casa los dos, por supuesto, prevenidos de sus respectivas armas, á saber: el primero un tambor