Página:El libro de los cuentos.djvu/248

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
248 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

Sintiéndose mejorado,
Y empezó á voces diciendo:

— Voto á brios, que mejor cura
El caballo que el maestro.


Los ladrones aconsejados.

Estaban unos ladrones desquiciando una puerta, para robar lo que habia en la casa; sintiólo el dueño, que de estúpido tenia algo y aun algos. Asomóse á una ventana y les dijo:

— Señores, de aquí aun rato pueden Vds. volver, porque ahora no estamos aun acostados y los podemos oir.


Las dos manolas.

Era invierno y era en Madrid; y no es estraña

que no pudiera andarse por la calle de media noche abajo sin grande esposicion de romperse la crisma.

Hablan dado las dos, y estaban apagados los faroles, cuando por la calle del Avapies bajaban dos manólas con una linterna y subia un caballerito de unos veinte años, embozado en su luenga capa y haciendo resonar en las losas los tacones de sus botas. Cuando llegaron á juntarse codo con codo, el caballerito las miró, y viendo que eran género de superior calidad, quiso retirarse para cederles la acera, pero la calle estaba helada y el desgraciado cayó de espaldas sobre su embozo, quedando en la imposibilidad de sacar los brazos y de moverse.

— Chica, Gapita, dijo entonces una de las manonolas, mu temprano se acuesta el señorito.

— Cuidiao lo dispiertes, Geroma, dijo la otra; y apagando la luz de la linterna añadió:

— Güeñas noches, señorito.


Gastar con prudencia.

Gastaba mucho dinero un estudiante con una dama,