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Al rugido del gigante hijo de Dili, semejante al rebramido del agitado Océano, nació el listado VaidurVi.m (lapis-lázuli) origen de los colores, de brillante y sorprendente esplendor. No lejos del declive del mon te Vidura se hallaba la mina de esta piedra preciosa, tuya producción se limitaba á ciertas estaciones, pasa das las cuales se cerraba. Al principio, desde el mo mento del rugido de aquel demonio, apareció esta mi na instantáneamente y con propiedades eminentes,

EL MUSEO UNIVERSAL. siendo el ornamento de los tres mundos , pero desde entonces , por el estruendo de las nubes en los meses lluviosos (julio, y agosto) que imita la voz del príncipe de los demonios, las hermosas joyas taidurya de va riado brillo y vivo resplandor, nacen de una multitud de chispas de fuego.» La situación del Vidura está identificada con la del Monte Buha na ó pico de Adán en Olían. Es muy difícil, si no imposible, identificar las pie- ,

dras mencionadas por los antiguos. Se supone que en las Escrituras se citan todas las piedras conocidas ac tualmente. Las vestiduras del principe de los sacerdo tes resplandecían con el brillo de las piedras preciosas, y se ha inferido que los dos ónines grabados como seilos que contenían los nombres de Tos hijos de Israel, colocados á la espalda del ephod, eran en realidad dia mantes. Admitiendo que fuese asi , no podemos menos, de admitir también que el arte de labrar el diamante

COSTlUBtES AIUGONESAS.—LflA KOM'ALI.A.

era tan conocido de los hebreos de aquellos tiempos como lo es actualmente de sus descendientes holande ses. La piedra llamada shamir de que hacen mención los Setenta en Jer. ivu. I, y la Yulgata en diferentes pasajes, considerándola un diamante, no se sabe á pun to fijo si era realmente la piedra que hoy conocemos con este nombre. La misma incertídumbre se ofrece respecto de otras piedras. Los antiguos daban el nombre de smaragdus, que suponemos ser la esmeralda, á piedras muv distin tas de ésta. Teofrasto habla de una esmeralda' de cua tro codos de altura y tres de ancho que el rey de Babi lonia envió ¡il de Egipto, Tolomeo Philopator, para la

estatua de su mujer Arsinoc, y hece también indicación de un obelisco de cuarenta codos de altura compuesto de cuarenta esmeraldas. Es probable que Teofrasto se refiere al jaspe verde ó á las cristalizaciones de este co lor que se encuentran en la boca de los volcanes. La descripción que da Plinio de la esmeralda convie ne sólo con el peridolo, de color verde amarillenlo^hallado en la isla de Chipre , y que también se ha llamado esmeralda bastarda. El zafiro de los antiguos, se supone que no fue sino nuestro lapis-lázuli. Dejamos á nuestros inteligentes lectores la tarea de conciliar los nombres antiguos con Ins df non: inacioi.es

modernas. El silencio observado por los antiguos escri tores sobre el origen de las piedras preciosas, puede explicarse en cierto modo por el interés con que lo ocultaban las naciones dedicadas á su comercio. Cuan do ya no pudo ocultarse del todo la verdad, se la desfi guró con las fábulas más absurdas , á fin de prevenir toda competencia, y quizás también para realzar con lo maravilloso el valor real de las piedras. El Sirio, ó rica esmeralda oriental, se decia existir en minas de ero á que no podia llegarse sin grandes peligros y difi cultades, pues las guardaban feroces grifos que por un instinto singular vivisn en las entrañas de la tierra ocupt dos en reunir el oro y las piedra8 preciosas, las cua