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En Suiza se ha verificado un hallazgo curioso para los arqueólogos y numismáticos. Consiste en una me. dalla con la efigie y el nombre de Faustina , mujer de Antoninn Pió. En el reverso tiene un guerrero comple tamente armado.

La sociedad de emulación de Rouen, ofrece un premio al autor de la mejor memoria histórica sohre el Caballero de la Salle, que descubrió las bocas del Mississippi y Canadá, y fue nombrado gobernador del fuerte de Ffontenac por Luis XIV.

Ha sido ofrecida al Abate Liszt, la dirección del Con servatorio de música de Leipsic, la cual es probable que acepte si dicho establecimiento se traslada á Weiinar, en cuya ciudad determina vivir el resto de sus días.

La concurrencia numerosa que el viernes asistió á rendir el postrer tributo á los restos mortales del ma logrado jóven don Celestino Olózaga, muestra el ver dadero .sentimiento que le inspira esta pérdida que en todas partes ha producido una honda sensación.

RESTAURACIONES. La naturaleza es armonía por escelencia, la cual rompe el artificio, produciendo en su lugar disonan cia. Para imitarla ó suplantarla con perfección se ne cesita ser gran artista, de lo cual están muy lejos las mujeres que se pintan « la alta escuela. Tiene el colo rido natural, por ejemplo, tantos matices y gradaciones y mezclas , que fuera necesaria toda la habilidad de un Vela/.quez ó un Ticiano para atroverse á dar una sóla pincelada, donde la mano desatentada de la coqueta re parte tinturas á troche moche ; asi es que en el lugar donde habia de trasparentarse' vermellon aparee» el carmín, y donde el azul de las venas, el albayalde, se mejando esculturas estofadas por un santero de aldea. Tiénese por gran sencillez y sobriedad en materia de afeites el uso del polvo de arroz ú otros semejantes inofensivos é higiénicos; pero no se adviertcque enha rinarse el rostro con esceso produce peor efecto que la mala imitación del colorido, porque la blancura uni forme quita la vida al rostro , igualándole á los bustos de yeso y á las mascarillas de los clowns del circo. Ño hay medio: las restauraciones han de hacerse de mano maestra, ó peor es el remedio que la enfermedad. A no ser, como ilecia el poeta, grande la verdad de la mentira, peor es meneallo. Mujeres hay, que valen más con sus (fefectos, que con los adefesios que los ocul tan , y conservarían gracias . hasta la vejez, que les gastan los vinagrillos en pocos años. Pero como no haya de triunfar de la noche á la mañana el buen sentido so bre la presunción, caso de pintarse, píntense bien, y pase el arte de secreta á pública , y establézcanse cá tedras de estofado, encamación , esmalte , restauración y adobo del rostro, con profesoras provistas de cartas de exámen de la Academia de bellas artes ; que no está bien se exijan títulos á los que han de pintar sobre un lienzo inerte é insensible, y se haga la vista gorda sobre los que han de pintar en la parte más noble del cuerpo humano. Preciso es que aprendamos á considerar con seriedad los asuntos serios, y no hay ninguno que no lo sea, si bien se le profundiza. Gran des hombres, ahora y en remotos tiempos trataron de química medicinal con aplicación al rostro, como fue ron Criton y Teofrasto, y con más competencia Ga leno en sus fragmentos profilácticos y los doctores Dcbay y Huffeland en sus tratados sobre higiene. Sobre todo : El mismo ilustre vate narigudo Al Ponto por Augusto desterrado, En la lengua del Lacio habló sesudo De! arte, por las bellas tan preciado, De dar al rostro el conveniente engrudo, Vinagrillo, ó, cosmético, llamado, Con que la vieja su glacial invierno Torna en verde, lozano abril eterno. No se juzgue por tanto bagatela, La voz traspirenaica toilette, Ni se desprecie porque alguna abuela, Lo redujo á cuestión de pucherele: Es un arte que tiene su alta escuela, Y á la higiene en principios se somete : Dígalo la Racbel, que en sus manejos, Esmalta y pule pergaminos viejos." El empirismo y la charlatanería, siempre son funes tos do quiera que establecen su reinado, y sólo reinan en los tiempos de la ignorancia ó de la hipocresía. Epo cas hubo en que llevar un diente postizo se considera

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ba el colmo de la osadía , y hoyj se dedican al arte de de la partida, y mi natural curiosidad por disfrutar dentistas graves doctores y andan de muestra las den placeres que desconocía, me decidieron; en pocas ho taduras artificiales en los parajes más públicos, y pre ras, auxiliado de mi entusiasta primo y sus amigos, me miados sus artífices con medallas de honor. Tiempos hallé provisto de armas, municiones, útiles y pertre hubo en que las imperfecciones del cuerpo se acepta chos (le caza. Durante aquella agradable reunión , amenizada por ban como calamidades fatales y castigos de Dios, y noy los profesores orthopédicos con sus aparatos, reforman el continuo movimiento de criados que traían y lleva y corrigen todos los extravíos é imperfecciones de la ban objetos, armas y monturas, que recibían órdenes, organización física, y no de secrelillo como curanderos que daban noticia de los perros disponibles, de caballos vergonzantes ó hechiceros perseguidos, sino enseñan y tiendas de campaña; que enumeraban el personal de do al público sus procedimientos y aparatos. Tiempos monteros y ojeadores con que podíamos contar, y ha hubo en que las mujeres Hacas y descarnadas se ha blaban familiarmente con nosotros, haciendo atinadas, cían á cencerros tapados sus almohadillas ó renchidos observaciones sobre la calidad de las armas etc. etc.. de estopas ó algodón para rellenar las menguas de la fijé mi atención repetidas veces en uno de mis compa carne, y hoy se venden á la descubierta, pechos, nal ñeros que parecía estraño de todo punto á cuanto le gas, caderas, pantorrilias y basta polissones, con per- rodeaba. Pasó el tiempo en la indolencia, arrellanado don sea dicho del habla de Cervantes. ¿Por qué no ha en una butaca, con las piernas estendidas bácia la chi de llegar un turno á la parte mas delicada y principal menea, contemplando distraído las espirales despren del ser humano y haber sus talleres públicos con auto didas en azulado humo de un tabaco que costanterización y examen donde se pinten las muieres por ar mente hacia girar entre sus' labios. Era un simpático jóven, de unos veinte y cuatro tistas consumados y no salgan cbafarinadas por pince les Orbanejas? Yo creo que pasó la época de aquel años, de noble rostro, aunque marcado por un sello de fanatismo por naturalidad , que obligó a una esposa á melancolía que podía interpretarse por un soberana pedir divorcio, fundada en que su mando tenia el cabello desden. negro, siendo asi que ella le conoció de novio con la 1 Los demás jóvenes, habituados al parecer al estado calieza blanca. Cuando un siglo se crea necesidades, indiferente del excéntrico Emilio, no estrañaban sus hay que darles calle y franca salida, sopeña de que si se lacónicas contestaciones á las consultas que alguna vez les cierra la puerta se salgan por la ventana. Hoy es le hacían, encontrándole siempre conforme con el pa— una necesidad pintarse la mujer, y si se le cierra la i recer ageno, como quien carece de voluntad. Nos separamos al fin, citados para la madrugada del puerta del arte sujeto á principios higiénicos, se sale por la ventana del artificio ignorante, empírico y des próximo dia primero de Carnaval, en un sitio que nomtructor. El sentir de los sabios fue siempre unánime en ' oraron el Arroyo de los Fresnos, donde todos debía- ' este punto, y el que quiera crisparse los nervios y tem mos concurrir á caballo, con religiosa puntualidad, blar por sus esposas é hijas, que fije la atención en este 1 precedidos, con 24 horas, del bagage de campaña, trozito, repetido en las planas de anuncios de nuestros comestibles, jaurías, y gente de á pie, que habían de periódicos: «Todos los que han escrito en todos los si esperarnos descansados sierra á dentro en punto ya glos y mirado la belleza humana como un presente del designado y de todos conocido. Hago gracia á mis lectores de la descripción de nucielo, como un dulce reflejo de la perfección divina, ■ inerosos episodios y variados accidentes de aquella nos enseñan que casi todas esas recetas de aguas com montería; por que su minuciosa narración siempre re puestas, aceites, pomadas, tinturas y elíxeres son in suficientes ó peligrosas, y no sirven mas que para sos sultaría pálida para los inteligentes, y acaso enfadosa tener la ilusión unas cuantas semanas y para producir y cansada para los profanos á ese noble ejercicio. funestos estragos en la economía. Los anales de hi i ' Basta para nuestro objeto consignar, que la espedigiene y de medicina legal registran numerosas catás cion fue felicísima, favorecida por un hermoso tiempo primaveral, á veces caluroso, á veces, lluvioso, pero trofes producidas por la perfumería ignorante. » Concluyamos: dése el paso que falla, fuera remilgos siempre agradable; que murieron muchas reses, que y repulgos; venga esa historia que pide la importancia mi admiración por la novedad de cuanto me rodeaba del asunto y reclamaba el gran filósofo inglés, restau me privó en ocasiones de descargar mi escopeta con rador de las ciencias para la formación de la gran his éxito, dividida como estaba mi atención en observar la toria natural; y de paso veremos salir al economista y agreste y magestuosa naturaleza en aquellas bravias al moralista: al uno computando el influjo de la cos- montañas, y elogiar el ojo certero de aquellos diestros metologia en la riqueza, y al otro el q^ie haya ejercido tiradores, amos y criados, que á increíble distancia de en las costumbres, en la moralidad publica y en la fe tenían de un balazo al ciervo en su veloz carrera; ó con pasmosa serenidad aguardaban en la vereda la llegada licidad privada : del irritado javalí, acosado por perros y ojeadores, des que en las obras humanas está el punto cerrajando un tiro á la fiera próxima ya á sus pies, y en saber tratar bien cualquier asunto. lanzándose sobre ella blandiendo el cuchillo de monte Sobre todo, si tal no se hiciese, oh vosotras, las que para rematarla. Escenas son todas de palpitante interés para quién apeláis á la muñequilla, pintaos á vuestro sabor, en mendad, perfeccionad la naturaleza, que á veces dor las presencia ó las ejecuta; nunca para descritas ati nadamente. mita como Homero; pero pintaos bien. Yo, sin embargo, confieso á mis lectores que se ne Yo tengo mi opinión, y aquí la emito, cesita una decidida afición ó la costumbre desde niños Del semblante en cuestiones de pintura: de asistir á una montería, y familiarizarse con sus ac Me importa poco la manufactura, cidentes, para encontrar en esos placeres compensa Con tal de que el retablo esté bonito. ción á las fatigas y malos ratos que cuestan. Así es que, á pesar de la galantería, proverbial en andaluces, con Zaid. que se me agasajaba, me liallaba todas las noches ren dido y quebrantados todos mis huesos. ■> Era el quinto dia de expedición. Aquella noche, por primera vez, dormiríamos bajo techado, porque en las HEROISMO DE MADRE. anteriores lo hicimos al abrigo de tiendas de campaña plantadas en cualquier valle, designado de ante.uano EPISODIO HISTORICO. para establecer el rancho. i Alegre fue, y animada, la cena, dispuesta en una de I. 1 las pocas habitaciones que se encuentran por aquellos LA MONTERIA. sitios. El ejercicio había desarrollado el apetito en todos, Todos los años al acercarnos á ese plenilunio de di los jóvenes cazadores: comimos y libamos fuertemente; versiones populares en que la humanidad parece dar y poco á poco fueron todos abandonando mesa y con tregua á sus dolores, como para cobrar fuerzas con que versación para buscar en un sueño reparador el natu luchar de nuevo , la misma exageración de la general ral descanso. alegría evoca en mi alma penosos recuerdos de un epi Quedamos á la mesa únicamente mi primo Luis sodio, del que inesperadamente fui testigo y actor. y y°Se habían mis parientes acostumbrado á que les de Era la primera vez que hablábamos sin testigos, y dicase mi tiempo en esta época todos los años ; y cum entablamos el siguiente diálogo. pliendo este grato deber, verifiqué mi llegada, en vis—¿Tienes mucho sueño, Luis? ■—No: ¿quisieras que hablásemos?.. j)ero tú estás peras del Carnaval de I8ü...,á casa de.mi primo Luis, lujo de holgados labradores en una hermosa población rendido, y yo también. —Muy breve rato. Díme, ese jóven... bajo-andaluza. Mucho tiempo hacia que no nos veíamos, y mi apa —¿Quién, Emilio de Peralta? Adivinaba tu cu rición fue para aquella familia un .acontecimiento que riosidad. —Es natural. ¿Cómo no ha de ciscarme ese fenó la llenó de alegría. Pasada la efusión de los primeros momentos ? á los meno taciturno y ensimismado, a/temando con una dos ó tres dias, Luis me relacionó con la alegre juven juventud tan alegre y bulliciosa?—¿Hace mucho que tud de aquella amena sociedad, y concurrí á una reu le conoces? —Toda la vida. Hemos terminado juntos nuestra nión en casa del jóven Conde del S... con objeto de organizar una expedición de montería á la cercana Sier carrera en Madrid. —¿Es también abogado? ra Morena. —Sí; aunque su inmensa fortuna no le obligaba á Eran hasta diez mancebos, alegres, decidores y en tusiastas por la caza, que fue el lema constante de la ello. —Y ¿ha tenido siempre ese carácter sombrío y si conversación. La cortesía y franqueza con que me invitaron á ser lencioso?