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NUM. 1.º

Precio de la suscricion.—Madrid: por números sueltos a 2 rs.; tres meses 22 rs.; seis meses 42 rs.; un año 80 rs.

MADRID 3 DE ENERO DE 1869.

Provincias.—Tres meses 28 rs.; seis meses 50 rs.; un año 96 rs.— Cuba , Puerto Rico y Extranjero, un año 7 pesos.—América y Asia, 10 a 15 pesos.

AÑO XIII


REVISTA DE LA SEMANA.

P

arece natural,

que, entrando nuestra publicación en el decimotercio año de su existencia, edad ya algo respetable para un periódico en los tiempos que corremos de estrañas vicisitudes, nos felicitemos de verle proseguir su marcha y sostener su genio y su figura entre los vaivenes continuos que ha sufrido nuestra patria. El Museo Universal, caso de ser llamado á juicio de residencia de su pasada vida, creemos que pudiera presentarse un tanto ufano y confiado en la absolución del juez severo de la opinión pública; porque espondria, si a faltar á la modestia, que tan bien sienta en un periódico ilustrado, el cómo procuró satisfacer en la prensa española una de las necesidades imperiosas de todo pueblo civilizado, cual es la de ofrecer á las familias un medio de asistir, desde el pacífico retiro del hogar doméstico, á todas las escenas que tienen lugar en el gran teatro del mundo, poniendo ante sus ojos actores y sucesos con toda fidelidad, por medio del buril y de la pluma; el cómo, por una inclinación natural y patriótica, les dió a conocer con preferencia las cosas y los hombres de nuestro privilegiado suelo; empleando, para conseguir lo, ingenios y artistas españoles de los mas distinguidos y afamados, y finalmente, la fortuna que tuvo de contar siempre con excelentes directores y egecutores de su intención plausible y de sus buenos deseos, de tal manera, que si en alguna pequeña falta, (disculpable en las humanas cosas, de las que dijo el sabio, que llegar á la perfección es gran quimera), hubiese involuntariamente incurrido, puede hacer su apología con repetir lo que de un famoso monarca dicen sus parciales y defensores:

«No fue él; fue su siglo quien lo hizo.»

En resumidas cuentas, El Museo Universal, ha hecho lo posible para procurar honesto recreo, instrucción, variedad y conocimientos útiles á los suscritores, y no encuentra motivo alguno para separarse de la buena senda de su infancia, ahora que va entrando en años y sabe por experiencia que no hay como cumplir fielmente los deberes para captarse la estimación y merecer el aprecio de los hombres. En su consecuencia, se dispone en el año nuevo á continuar su tarea digna y laboriosa con todo el empeño y buena voluntad de que siempre estuvo animado, y sin mas objeto que el de presentar nuevos títulos á la estimación del público, que tan benignamente acogió y tan decididamente alentó sus primeros pasos.

Hecho ya este examen retrospectivo, El Museo Universal vuelve á su costumbre antigua de lanzar una mirada sobre la ancha redondez de la tierra, y en fé de observador experimentado, tiene sus motivos para no quedarían satisfecho como deseara del aspecto que presenta el horizonte; porque doquiera ve puntos negros, según la expresión, al uso, de la novísima diplomacia; bien que los puntos negros de la política esfera, suelen, como en la celeste, disiparse al nuevo amanecer de claro dia.

Y aunque quisiera, como es lógico, considerar primero los sucesos de interés general de la humanidad, tiene que hacer del egoísta y concentrar sus miradas en los límites de la patria, donde se ha verificado el acontecimiento extraordinario que hará memorable en los fastos de la Europa el año de 1868, y marcará una era importante en la historia de nuestra propia regeneración y desenvolvimiento. Jamás recibieron los pueblos inventario mas extenso y complicado ni herencia mas enmarañada y pingüe del gran consumidor de los hombres y de las cosas: y las naciones todas que atentamente nos observan, esperan ver qué uso hacemos del legado recibido, cómo ponemos ordenen nuestra hacienda, cómo distribuimos entre los partícipes los derechos y acciones, qué administrador ó gerente de negocios nos nombramos, qué reformas introducimos, y finalmente, qué arte ó traza nos damos para poner en práctica las facultades ilimitadas de que nos hallamos investidos de improviso después de tantos siglos de tutela. Confiemos, no obstante, en que los españoles han de salir airosos arreglando los negocios de su casa como amigables componedores, visto que nunca les faltó el ánimo y la talla para empresas grandiosas y colosales. Mucho se ha derribado; mucho se ha de edificar.

Vasto es el campo, grande el número de obreros, grande el acopio de materiales, excelentes los planos, hábiles los arquitectos, buena la voluntad, la ocasión propicia, el deseo impaciente y la necesidad imperiosa, y con tales elementos no es dudoso que la obra corres-