Página:El museo universal 1869.pdf/146

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

Es también la flor de los ángeles , (los angelorumr ce un navio de piedra al anclar sobre los rojizos teja I de propiedad particular, á cuyas puertas, y como en dos de la ciudan. Por otra parte, y estendiéndosc has ! són de parada , se sientan los dueños vestidos de punta la flor de los amores misteriosos, la flor de las vírgenes ta perderse de vista, se descubren millares de tiendas en blanco y en posturas académicas. No es fácil dar bizantinas, la ilusión de las almas castas, la idealidad tle campaña , formadas de telas vistosas y empavesadas idea del aire de afectada animación y buen tono que seráfica del infinito impalpable , cuando entre oleadas con banderas y gallardetes de infinitos colores : largas reina en esla segunda parte del espectáculo. La gente de perfumes se%scucha el canto divino del Ave maris lilas de casetas vestidas de pabellones blancos y ador del pueblo anda como encogida por entre aquellas stetla,, del sacris solemnis ó del Panga? linguw. Ninguna llor tiene pues como la violeta tan bellos nadas con cintas y ramos, delante de las cuales frien oleadas de seda y de blondas sin comprender qué ob los gitanos los obligados buñuelos y desde donde se jeto guia á los que no se reúnen conw ellos á cantar, títulos de nobleza , y sin embargo yo quisiera saber si eleva el humo de las sartenes en penachos azules: dise beber, bailar y divertirse, y se limitan á solo dar vuel Eva la prefirió, en el Paraíso terrestre, al lirio ó á la minadas acá y allá fondas improvisadas, cafés al aire tas gravemente alrededor de un punto al compás de rosa. Esla grave cuestión social no será resuelta nunca. Hay flores que nacen para ser vistas de todo el mun libre, tabernas, sombrajos, puestos de flores, de frutas, una música militar que toca piezas de ópera con solos do y con su toilette elegante , su forma graciosa y su de juguetes y baratijas, entre los que se distinguen, de cornetín y dúos de clarinete y figle. Pasa al fin' la hora del crepúsculo;, entra la noche, perfume aristocrático , se recomiendan á los directores procurando llamar la atención saltinbanquis que tra gan espadas desnudas , ciegos que cantan jácaras, far comienzan á brillar las luces , desfilan los paseantes de fiestas y á los tapiceros de los salones. La violeta santes que enseñan mónstruos vivos, circulando por compuestos', se alejan los coches, desaparecen los gi pertenece á una de esas nobles familias ; la jardinería medio de una inmensa multitud de gentes que van y netes , las buñoleras levantan el grito , las tabernas se de los salones la busca con empeño y es recibida con vienen sin cesar y de los cuales unos se agrupan á la llenan de parroquianos, la gente menuda vuelve á api amor en esos inmensos ramilletes de encargo, que se puerta de un tendujo á oir un jaleo , otros se sientan ñarse y á ir y venir gozosa entre aquella oscuridad que colocan en las mesas de un festín, como queriendo se á la ronda para despachar la pitanza, estos se pasean, se presta á todo genero de espansiones, y tornan á pultar á los convidados bajo una colina de flores. aquellos se requiebran, los de mas allá riñen, presen oírse voces, pitidos, pregones, risas, requiebros, pal ! Pero la modestia emblemática de la violeta ha conl quistado mas altos destinos. Tímida, oscura, solitaria, tando el conjunto mas abigarrado y movible que puede mas , músicas y cantares.

En tanto que se reanuda el hilo de la fiesta popular, casi salvaje, se consuela sin esfuerzo, sino es, como la imaginarse. En estas horas de la mañana, que como dejamos di la elegancia que ha desaparecido entre bastidores, cam camelia, la flor sultana de las grandes exhibiciones fe cho, son las, mas animadas de la feria, tienen lugar las bia por tercera vez de trage para asistir á las soirées meninas, porque es mucho mas que todo eso; es la ventas , trueques y transacciones que son su objeto y á los bailes. Estos tienen lugar en las^lujosas tiendas llor de la Virgen de Nazharet , el adorno mas bello y principal. Abandonando el punto en que se agitan los que el Casino y los diferentes círculos de Sevilla dis perfumado de sus fiestas simbólicas. ¡Oh qué dulce, que solo tratan da divertirse, se encuentran descansa ponen al efecto en el mismo campo de la feria. No hay qué embriagadora es su fragancia!... • rlos rellanos y suaves laderas donde pueden admirarse para qué decir que son de etiqueta rigurosa. Frac ne | grupos pintorescos de la gente de campo, con los tra- gro y corbata blanca: hombros desnudos, cola incomges característicos del pais, y magníficas muestras de mensurable, tules, gasas, blondas y pedrería. El sentido del olfato está dotado de un recuerdo im las mejores ganaderías andaluzas. En este sitio, en vez Los carruajes llegan unos tras otros á depositar su borrable. Un perfume aspirado hace revivir súbitamen de elegantes tiend s y vistosas buñolerías, se descu elegante y perfumada carga en el vestíbulo de las tien te en la memoria todo lo que se relaciona con su exha bren esos sombrajos hechos de tres palos y una estera das : los lacayos se llaman con el apellido ó título de lación. El mas bello privilegio de las flores es repre de palma, propios de los cortijos: entre los rediles, sus señores y abren y cierran las portezuelas haciendo sentar de ese modo en nuestra existencia un papel im donde se apiñan millares de ovejas , se ve á los pasto grotescos saludos. Todo aquello recuerda algo el ves portante recordándonos emociones agradables, alguna res encender la lumbre y hacer tasajos una res para tíbulo del Teatro Real una noche que canta la Patti. vez demasiado pronto olvidadas. Memento es la pala aviar el almuerzo. Los vaqueros, sobre caballos del Luego avanza la noche, las luces se van apagando, bra misteriosa de la flor ; acuérdate, y el perfume tra pais, acosan, garrocha en mano, las vacas y los toros, los vendedores roncos de vocear y beber aguardiente, duce esla palabra al olfato que escucha absorto. y los reúnen ó los separan á lin de que los com se esconden otra vez bajo los puestos como el caracol Nosotros, hijos del Mediodía, nos impresionamos vi pradores los examinen á su gusto : los dueños de las en su concha, las gitanas recogen los trabajos y soplan vamente con las fiestas espléndidas del mes de junio, yeguadas asisten á la prueba de los potros y entre los candiles, los incansables caballos del lio Vivo de y cuando el otoño de la edad ó del alma llega, con sus esla reunión de gentes que hablan y gesticulan ponde jan de dar vueltas y cesa su acompañamiento de bombo auroras nebulosas, cargadas de escarcha, con sus solesrando las escelencias de los animales, circulan, salpi y corneta de pistón, el último acorde de la música de de invierno, pálidos, cenicientos, si jasamos por uno mentando los diálogos con sus chistes y ocurrencias, los bailes se desvanece temblando, entre la oscuridad bri de esos valles marítimos, donde las ultimas ginestas ó multitud de gitanos, que esquilan un borriquíllo ó pu lla alguna luz solitaria y perdid»como una estrella ; por retamas olorosas, exhalan sus últimos perfumes, una len y aderezan un penco , que gracias á su palique, el suelo se distinguen confusamente montones de gentes sensación repentina nos hace estremecer, cual si invisi encajarán como una ganga á algún inocente. tendidas que dan á la llanura el aspecto de un campo bles coros cantasen santas melodías sobre las rocas de Poco á poco el sol se remonta y á medida que se de batalla. Es la hora en que el peso de la noche cae siertas. El aroma de la flor religiosa nos devuelve la deja sentir la abrasadora acción de los rayos van dis como una losa de plomo y rinde á los mas inquietos é atmósfera de junio con todas las alegrías piadosas deminuyendo la concurrencia la animación y la bulla. infatigables. Sólo allá, lejos, se oye el ruido lento y la fiesta del Corpus, y recogiéndonos con los ojos cer Los forasteros pobres toman nuevamente las aceras por compasado de las palmas y una voz quejumbrosa y rados, respiramos anchamente el aire tibio de esa dul cama y duermen la siesta á la sombra de los monumen doliente que entona las tristes ó las seguidillas del ce semana del estío , y creemos oir en lontananza la tos históricos. Las muchachas de la ciudad vuelven en Tillo. Es un grupo de gente flamenca y de pura raza voz de los sacerdotes, bajo una lluvia de oro que siem carnadas como amapolas, cubiertas de sudor y de pol que alrededor de una mesa coja y de un jarro vacío bra las calles de gotas embalsamadas, el repique de las vo pero satisfechas y alegres á buscar el fresco de sus cantan lo hondo sin acompañamiento de guitarra, gra campanas, el balanceo de los incensarios, las aclama Ílatios; los paseantes unos se refugian en los cafés y ves y estasiados como sacerdotes de un culto abolido, ciones íntimas de la multitud, el redoble cadenciosoas fondas y otros entran en las tiendas de campaña que se reúnen en el silencio de la noche á recordar las de los tambores, todos esos ruidos sordos, que son la propias ó de sus amigos, donde encuentran dispuesto un glorias de otros días, y á cantar llorando como los ju j voz de un pueblo alegre siguiéndo la marcha triunfal opíparo almuerzo, servido con todos los periiles del mas díos super fluminem Babilonia. de la religión. refinato gusto. Los vendedores tienden el sombrajo y «Flor misteriosa, dice Merí, que he hallado en todas Gustavo Adolfo Becquer. se acuestan al pie de la mesa , las gitanas apagan la partes y que en todas partes con sus colores de oro lumbre de los anafes , los ganaderos dan orden de que puro y su perfume me ha hecho pensar en mi juven se retiren los rebaños que se alejan lentamente al són tud. La he visto y respirado con delicia en la villa de ¡le la esquila de los guiones, y reina un silencio estraCenzano , que la dió su nombre, en las orillas del lagoFLORES MISTERIOSAS. ño interrumpido sólo por el monótono canto de los gri Nemi, que le daria sus aguas vivas si tuviese necesidad llos y las chicharras : silencio que cuando el sol está en de riego, ante la iglesia de San Onofre, donde descansa (COMLDIIOa.J lo mas alto del cielo, recuerda el de la hora de la sies Torcuatto Tasso, que cantó el triunfo de Cristo. En Ti ta en Sevilla que tanto se parece á una noche con luz. La violeta es ligeramente pubescente y acanle (habla bur donde Virgilio predijo la venida del hombre divi Linneo en estilo sabio). Sus hojas son acorazonadas, no , en una égloga pagana ; y en el último estío, he III. dentadas, flotantes en largos peciolos. Sus dores na visto de lejos , sin respirarlos, grandes matorrales deCuando el sol suspendido sobre las lomas de San Juan cen en el ápice de pedúnculos radicales. Su aroma es gineta á orillas del Nekar en Candstad en un día de de Aznalfarachc, hiere la ciudad con sus oblicuos rayos suave y penetrante, su color especial oscuro, inter fiesta, que era la de las flores.» y prolonga sobre la llanura que la rodea la sombra de sus medio entre el azul y el purpurino. Sirve de térmi VII. murallas y sus torres , la multitud comienza nueva no de comparación con el nombre de violado. Lin mente á dar señales de vida encaminándose al prado neo al menos dice alguna cosa aunque la diga en Las flores tienen también sus notas como la música. de San Sebastian. La brisa de la tarde que se levanta culto. Un parterre natural esmaltando la cima de una colina, del rio, refresca la atmósfera con su soplo húmedo y Como la ley sálica no se ha abolido en el reino j es como un teclado de aromas sobre el que la brisa con cargado de perfumes ; los dependientes del municipio de las llores la violeta ocupó el trono antes que la ! sus caricias, ejecuta melodías de perfumes, apagan el polvo de los paseos y comienza lo que podría rosa ; y reina en los bíblicos jardines de Sarons, junto j Hay en la orilla del Mediterráneo , no lejos de Marmos llamar el segundo acto de la comedia. La decora al lirio de magestuoso tallo, en medio de las bellas flo [ sella, un pequeño golfo de arenas de plata , abrigado ción es la misma pero los actores han cambiado de res que hace Drotar el sol de Oriente. I por una colina , que santifica la capilla de Nuestra trage y de aspecto. La feria de la tarde es la feria de la j Salomón decia, mirando la violeta : «Jamás con todo i Señora de la mar. Por las dos vertientes de la colina elegancia y el buen tono. Las figuras que se destacan mi poder sabré imitar su belleza.» Virgilio, el poeta el terreno es desnudo, casi bravio y pedregoso; apeen primer término pertenecen á la aristocracia ó á esa ¡ amigo de las llores, daba como adorno a los pastores I ñas si se muestran acá y allá por entre las hendiotra clase mas modesta que hace esfuerzos desespera de Tibur, ramitos de violetas, y hacia verter lágrimas j duras algunas yerbas desconocidas j pero en la cima dos por seguirla pisándola los talones. El pueblo acude ' á Octavio esclamando: «Depositad violetas á manos ¡ del monte se encuentra una orquesta completa con sus como espectador. llenas en la tumba del joven héroe.» notas floridas. Allí tintan ó juegan con las auras del Cuantos carruajes se han encontrado en la ciudad y Otro poeta ha dicho: «La violeta es bella porque golfo, la siempreviva, la amapola, el lirio silvestre, el en algunas leguas á la redonda , se ponen en movi nuestra madre Cibeles, la hija de Saturno, le ha dado 1 tomillo, el espliego, el hinojo, la biznaga, la relama y miento desde la elegante victoria al desvencijado al el color de su cinturon, y la fragancia en su leche ma i en algún intersticio la violeta Todos los perfumes esquilón. A veces y como un fantasma evocado de otra terna. ' tán graduados como en un diapasón, y al respirarlos edad, aparece una calesa. La animación y la vida antes Un escritor moderno ha añadido , celebrando el mes ■ todos á la vez , euando la brisa los hace cantar se perdiseminadas por lodos los ámbitos del prado, se con de abril : «Es el mes de los encantos: Ja aurora prodi ; cibe que la retama sobresale , dominando la escala, centran ahora en tres ó cuatro puntos. En el paseode las ga sus lágrimas , las violetas sus perfumes , y las her y la noto hace su efecto, como dicen los artistas líri gentes de á pie donde arrastran las elegantes de cortos manas de los lirios y las rosas, las mujeres, se unen cos. El auditorio se compone de pobres pescadores, medios sus largas colas por delante de una quíntuplo á las flores para entonar idilios á la primavera. que tienden sus redes en el golfo, y velan á la luz de fila de curiosos sentados en sillas: en el paseo desti Cantada por el hijo del rey David y por los poetas las estrellas esperando la mañana. Dios les dá ese con nado á los carruajes por donde circulan todo género paganos, la violeta ha venido á ser el emblema santo de cierto hechicero de aromas para endulzar su penoso de vehículos confundidos y mezclados con multitud de ía pureza. Los pintores de Florencia han sembrado li trabajo. ginetes á lo largo de las hileras de puestos de ju rios y violetas en los cuadros de las madonas y los al Me había propuesto hablar sólo de violetas, y he es guetes, estación de los padres de familia, las amas de tares se adornan con estas (lores en todas las fiestas crito digresiones, que han saboreado mis recuerdos. cria y los niños: alrededor de las tiendas de campaña de María. Ahora contaría á ustedes una historia persa ocurrida