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mor, che nullo amato amar perdona. [1]

Pero cuando refieren todas sus desventuras, cuando llegando al final de ellas

. ... . Asi hablando
Un espíritu, el otro tal gemía
Y con tan honda pena, que le trae [2]
Piedad inmensa á extremo de agonía,
Y cayó como cuerpo muerto cae; [3]

e| ánimo del lector, como el del poeta, se halla en verdad sobrecogido de una dolorosa angustia y el infortunio de aquellos infelices amantes se apodera de su espíritu con toda la simpatía que la desgracia infunde en corazones generosos.

Relatemos la historia y analicemos después. Madonna Francesca era una hermosa y gentil doncella, hija de Messer Guido de Polenta, señor de Rávena y Cervia. Por toda Italia, dividida en aquel tiempo en numerosos aristocráticos estados, corria la fama de su belleza peregrina y juntamente la de las prendas de su corazón, que rebosaba distinguidos sentimientos; de modo que era su mano ambicionada por los príncipes y señores de aquella península, á la cual agitaron ó esclarecieron durante lodo el siglo XIII.

Tiempo hacia que estaba encendida la guerra entre el señor de Malatesta de Rimini y Messer Guido, el poeta de Francia; pero al cabo los dos pueblos hermanos, cansados de hostilizarse, pidieron la paz, y esta en efecto fue tratada por sus dos señores. Mas para que tuviese mayor firmeza, convino asegurarla con vínculos de parentesco, y á este fin se estipuló en las condiciones de ella ei enlace de las dos ramas ó casas, por medio del ayuntamiento de la joven y bella hija del señor de Rávena con Giovanni Sciancato ó Giauciotto [4], heredero de Malatesta.

Según dice Bocaccio en el Comento á la Divina Commedi, no faltó algún amigo que con gran prudencia hiciese patente á Messer de Guido lo aventurado de aquel maridaje, añadiéndole que se previniera contra un consorcio, para el cual no se contaba con la voluntad de la tierna Francisca, por lo que seria posible se atrajera mayores males y disgustos que los de la guerra á que habia puesto el suspirado término. Estaba dotado además Gianciotto de un físico nada agradable, antes bien feo y repugnante, y aunque poseedor de una inmensa fortuna, que nada habla al corazón de una mujer de ardientes sentimientos, tenian razón los que en último término decían al desacertado Guido de Polenta.—Vos debéis saber quién es vuestra hija, y cuan distante está de estos pensamientos; y que sí ella vé á Gianciotto, antes de consumar el matrimonio, ni vos ni nadie hará jamás que le tome por esposo [5]

En vista de estas razones concertóse que á Rávena pasase á celebrar los esponsales, en nombre de Gianciotto, uno de sus hermanos; siendo elegido Paolo ó Voló, jóven que se hallaba adornado de una bella y simpática figura, de un carácter jovial y placentero y de elegantes y pulidas maneras cortesanas. En los días que precedieron á la boda, mostróselo á Francisca el gallardo Paolo, y se le dijo que con aquel habían de desposarla. Creyóle ella, agradóle la arrogante presencia y varonil apostura del presunto prometido y alma ardiente y apasionada, pronta y fácil á rápidas impresiones, en un momento quedó enamorada de Paolo. Por su parte este comenzó á apenarse del cometido que se le habia confiado, pues á la vista de la linda doncella de Rávena sintió secretas inquietudes, de donde más adelante habia de brotar la llama de una de esas pasiones románticas y novelescas, interesantes para toda alma sensible, pero que suelen tener fatal desenlace.

Entre tanto tramábase contra la credulidad de la doncella el engaño más inicuo, -siendo lo más admirable que el mismo padre fuese el principal, factor de aquellas intrigas contra la inocencia candorosa y confiada de Francisca. Llega, pues, el momento y los esponsales se celebran con grande alegría de la hija de Guido, que ya habia dado todo su amor y puesto toda su voluntad en el gallardo Paolo, á quien supone esposo. Paolo profundamente conmovido presta el juramento en nombre de su hermano, é inmediatamente la ignorante maridada y el fingido consorte parten de Rávena con numeroso séquito de clérigos y amigos de ambas familias, y se dirigen á Rímini, donde Gianciotto los espera. Aun no se atreve este á presentarse desde luego á la engañada Francisca; aguarda á la hora de las sombras impenetrables y entonces ocupa el lugar que le correspondía, como legitimo esposo. Paolo los abandona y pasa la noche desvelado y en un infierno de celos que lo devoraba.

Cuando al amanecer del dia siguiente se hallo Francisca víctima de aquella desapiadada ficción, todo su espíritu se llenó de pena. La ofensa del engaño, In dignidad ultrajada, el cambio odioso de un marido repugnante por aquel gallardo Paolo que la tenia enamorada, ocuparon su corazón y sus pensamientos y en raudales de lágrimas vaciaba el insondable mar de su amargura. Toda reflexión era un insulto, un ultraje todo consejo, y objeto de odio cuanto la rodeaba; hasta que paulatinamente la discreción se sobrepuso á los dolores, y se doblegó resignada al yugo funesto que habían ahogado con su imponderable peso los sentimientos más nobles de su alma. Espresó entonces á Gianciotto la ternura de una sumisa esposa, y aparentó una tranquilidad de espíritu que estaba muy lejos de ser el verdadero estado de su ánimo. En cuanto a Paolo tomó por aquel tiempo parte en una de las muchas guerras que eran frecuentes entre las ciudades, de Italia, procurando olvidar su indiscreta pasión en medio de la vida activa de los campamentos y entre el fragor de los combates, ó bien hallar en una muerte gloriosa la tranquilidad que el amor le habia arrebatado.

(Se continuará.)

Juan P. de Guzman.


HABANA. — INSURRECTOS PRESENTADOS Á LAS TROPAS.


GEROGLIFICO.
ABELARDO DE CARLOS, EDITOR
  1. Amor, que amantes con amor eruna, traduce el excelentísimo señor conde de Chesle; nosotros creemos que el poeta quiere decir amor, que á ninguno que es amado perdona que ame, ó en u sentido más claro, amor, que obliga a amar a todo el que es amado. Bugioli interpreta: Amore che non cosente che chi e amato non staiui.
  2. A ltante.
  3. De la citada traduccion. Canto V. versos 43 y 47.
  4. Gianciotto es contraccion de Giovanni Srianrato ó Joaunes Ciottur, también se dice Jan Ciotto, y últimamente por corrupción Lanciotto y Lancillotto.
  5. Voi dovete sapere, chi e vostra figlinola, e quanto ell'e d'altiera animo, exeeltu vede Gianciotto, aranti que il matrimonio sia perfettp, ne ro-, ne nltri potra mai ¡are cae ella il roglia per ma: i.o llorare. Commt. alla divn. Cmm Vol 5, fol 512 y sie.