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rias, cuyo suelo era de piedra y estaban destinadas para pasear a la sombra por no haberla en todo el parterre. Sobre estas dos galerias habia dos terrados cubiertos de zinc y rodeados y adornadas con balaustradas, a cuyos paseos se entraban por dos casas situadas al fin del primer terrado. La galería del Sur estaba cubierta de viñas y udiera haber sido destinada para mirtos ú otros árbo es comunes, lo que se hubiera hechosin duda de ser mas frecuentada esta parte del jardin. En medio de este parterre habia una bajada por muchas escaleras que descendian por ambos lados de una gruta colocada en el centro, en la parte mas llana del jardin, adornada con árboles diseminados en un bosque de mucha sombra; las paredes se hallaban todas cubiertas de verde y la gruta embellecida con estatuas, fuentes y juegos de agua. Si la altura no estuviese limitada por el jardin bajo y las paredes no estuviesen rodeadas de un camino que pasa al lado del parque, se pudiera haber añadido un nuevo cuadro de toda clase de verde, pero esta falta la suplia un jardin al otro lado de la casa que pertenecía a este género con suficiente sombra, solitario y adornado con rocas y fuentes. Tal es la descripcion de este parque, mirado en su época como uno de los mas agradables de Europa.

Inútil es añadir observacion alguna en este asunto; cualquiera puede construir un jardin de esta clase, y muchos franceses que han visto los jardines ingleses prefieren todavía las escaleras artificiales y las sombras de las galerías. Le Nautre, el arquitecto de las calles cubiertas y grutas de Versalles, fué á inglaterra comisionado para estudiar el estado de la jardineria y plantó los parterres de Saint-James y de Greenwich, monumentos no grandes de su invencion.

Afortunadamente otros no fueron tan timidos y podemos todavía correr de una a otra parte por escaleras al aire libre. Es verdad que hemos oido hablar de la irregularidad é imitaciones de la naturaleza de los jardines de los chinos; es cierto que son tan irregulares como uniformes eran anteriormente los jardines europeos, pero esto debe evitarse tratando de imitar la naturaleza lo mismo que los cuadrados oblongos y líneas rectas de nuestros antepasados. Una roca artificial perpendicular saliendo de una llanura y sin conexion con nada, abierta con frecuencia en varios lugares con agujeros ovales tiene las mismas pretensiones á ser mirada como natural que un a alineado parterre ó terrado.

Habiendo recorrido nuestro camino manifestando cuales han sido las ideas sobre la jardinería en todas las edades, solo nos resta esponer el nuevo estilo inventado por Kent, y los medios de ue se valido para llevar ¡i cabo su empresa. Hemos visto lo que era el par ue de Hertfordsliire cuando se le miraba como mo elo; pero como no sucediendo en un pais una generacion mas opulenta, se contenta con la perfeccion establecida por sus predecesores, los adelantos que se han hecho han consistido en adornar los jardines con gigantes, animales, monstruos, cotas de armas y motes de yerba. madera y árboles. Admitida esta reforma, se aventuraron á introducir campos cultivados y aun pedazos de bosques aparentes á los lados de aquellas largas y pesadas calles que se estendian sin intermision una tras otra. Pero otros innovadores no tardaron en faltar á esta rígida simetría y el paso siguiente fue la destruccion de las paredes como limites y la invencion de fosos, tentativa que llenó de asombro y admiracion al vulgo que no sabia cómo espresar su sorpresa al encontrar un impedimento repentino é imperceptible en sus paseos. Tan pronto como se verificó este sencillo encantamiento, se siguió nivelando, removiendo y cambiando, y el terreno contiguo al parque fuera de la muralla caida fue armonizado con el interior y el jardin se vió libre de su prímitiva regularidad y pudo distinguirse en los humildes terrenos esteriores. La mural a caida dejaba ver el magnifico jardin, pero esto no ermitia en realidad diferenciar lo elegante delo rato, debiendo ser las partes contiguas incluidas en un diseño general, y cuando nuevos adelantos hicieron entrar á la naturaleza en un plan general, cada paso que se daba, inspiraba nuevas ideas y manifestaba bellezas nuevas. En aquel momento apareció Kent, verdadero pintor para gustar los encantos del paisaje, bastante atrevido y tenaz para obrar y dictar, y nacido con el genio suficiente para llevar a cabo un gran sistema á pesar de las dificultades de ensayos imperfectos. Derribó las murallas y dijo que toda la naturaleza era un jardin: sintió el delicado contraste de la altura y el valle cambiándose imperceptiblemente uno en otro, gustó la belleza de la suave y cóncava pendiente y notó cuántos bosques perdidos coronan una eminencia con felices adornos, y mientras otros dirigían sus miras á la gracia de los troncos, renovó y estendió la perspectiva con ilusorias comparaciones.

El pincel de su imaginacion adornó con todas las artes del paisaje las escenas que manejaba: los grandes principios en que trabajaba, eran la perspectiva, la luz y la sombra. Grupos de árboles interrumpian un terreno demasiado uniforme ó estenso; oponia árboles y bosques verdes al brillo de la campiña y donde la vista era menos afortunada ó estaba mas espuesta á ser deslumbrada de repente hacia brotar profundas sombras para dividir con la variedad ó hacer la escena mas rica y encantadora reservándola á un aso avanzado del espectador. Asi eligiendo objetos favoritos y ocultando deformidades con plantaciones, admitiendo algunas veces el terreno mas inculto para añadir su suelo otro mas rico, realizaba las composiciones de los maestros de la pintura. Donde le faltaban objetos y para animar su horizonte, su gusto como arquitecto su compás. Debemos la restauracion de la Grecia y la difusion de la arquitectura a su practica en el paisaje; pero de todas las bellezas que anadió a la faz e este hermoso pais, ninguna escedió á su manejo del agua. Adios canales circulares, canales y cascadas cayendo por escaleras de marmol, última magnificencia de cierta distancia, donde se le suponía llegado natural- mente. Adorniironse sus orillas, pero se dejó la irre- gularidad de su corriente; unos pocos árboles colo- cados aqui y allí, daban sombra á su curso, y cuando desaparecia entre la llanura, las sombras que descen- dian le acompañaban en su progreso y marchaban al punto distante de luz en via al otro lado en el azu del horizonte.

Artistas posteriores han añadido á estos nuevos toquesmaestros, quizá mejorando ó llevando ala perfeccion algunos de los mencionados. La introduccion de árboles y plantas estrañas contribuyó especialmente á la riqueza del colorido tan peculiar de los jardines modernos. La mezcla de varios verdes, el contraste de las formas entre los árboles europeos y los de la lndía oriental y occidental son adornos mas recientes que Kent, o que no conoció, pero á pesar de los encomios que se han dado á sus descubrimientos no carecia de faltas, siendo sin duda deudor de su sto á Polpe y otros poetas. El diseño del modelo de jardin de principe de Wales en Carlton-House fue tomado del eta Tuwickenham, habiendo no poco de afectada mo estia en e.' último cuando dijo que de todas sus obras, de la que mas orgulloso estaba , era de su jardin, y sin embargo , era un esfuerzo estraordinario de arte y gusto dar tanta variedad y adorno á un terreno de tan poca estension. El tránsito de la oscuridad de la sombra á la luz del dia, retirar y reunir otra vez las sombras, los oscuros bosques, la grande llanura y los cigreses al fin que conducen al sepulcro de su madre, to o se halla manejado con esquisito gusto.

Habiendo Kent reformado su arte no supo, sin em- bargo, detenerse en los justos limites: habia seguido la naturaleza é imitádola tan felizmente, que llegó á creer que todas sus obras eran tambien propias para la imitacion. En algunos jardines plantó árboes funebres para dar mas aire de verdad a la escena, pero todos se rieron de este esceso. Su principio favorito era que la naturaleza aborrece la línea recta. Sus imitado- ' res, pues todo genio tiene los suyos, aparentaban creer que so le gustaba lo oblicuo. Sin embargo, de cuantos hombres de gusto de todas las clases de la sociedad se dedicaron á hacer nuevos adelantos, es sorprendente ver cuán pocas bellezas han producido y cuantos absurdos; la reforma, no obstante, parece se ha llevado demasiado lejos. Aunque una calle, cruzando un parque ó dividiendo una llanura é interceptando la Vista desde el lugar de donde procede. son faltas capitales; una calle grande, cruzando los bosques al entrar en un valle, hace buena perspectiva. En otros lugares es tambien un defecto la falta de todo adorno particular alrededor de una casa que se deja con frecuencia ver en medio del parque:

Hemos hecho la historia de este elegante arte hasta el periodo presente, y de lo que hemos dicho se deduce, que la jardineria en el estado de perfeccion en que en la actualidad se encuentra, esta llamada á ocupar un puesto importante entre las ciencias agricolas. Es tan superior el paisaje á la pintura como la verdad a la representacion, esta es un ejercicio de la fantasia, un objeto de gusto. El jardinero debe, por lo tanto, elegir y aplicarlo grande, elegante y característico á cada terreno; descubrir y manifestar todas las ventajas del sitio á que consagra sus trabajos; corregir sus defectos, disminuir sus faltas y aumentar sus bellezas.

S. B.


JOYAS Y ALHAJAS.

SKÜ.OS XVI V XVII.

(CONTINOACIOK.)

La prodigalidad de los príncipes y también de los particulares, dió un grande impulso al comercio de las piedras, y especialmente al de los diamantes, que eran preferidos á todas las demás.

Las innumerables fiestas de córte que se dieron en los reinados de Enrique IV, Luis XIII y Luís XIV; los saraos, comedias, bailes de máscara, conciertos, banquetes, torneos y reuniones á que invitaban, no sólo el soberano sino los príncípes y toda clase de personajes, daban ocasion á desplegar un lujo y una magnifícencia que parecen increibles. Telas de oro y de plata, guarniciones de pedreria, costosos encajes, ya no eran bastantes á satisfacer las exigencias de los cortesanos: la ropa desaparecia debajo de la bisutería, los esmaltes y la pedreria de que se veian cuajadas las mujeres, en cuyo obsequio se hacian aquellas suntuosas fiestas, no daban tregua á la imaginacion en inventar nuevos ornamentos. Los alfileres grandes con testas primorosamente trabajadas, y las ganas con que se adornaban el cabello, eran prodigios de buen gusto, de habilidad artística y de incomparable riqueza. El inventarío de las joyas de la corona formado en 1618, describe estas garzas, que pueden verse tambien en los dibujos de l‘Empereur, joyero de la corte de Luis XV. Además de la profusion de pendientes de diamantes, brazaletes de diamantes, collares de diamantes, broches de diamantes y garzas de diamantes , se introdujeron tambien en aquella época los pesos de diamantes. La reina añadía aun á todas aquellas clases de joyas, los cinturones de diamantes y los broches de diamantes para los hombres. Las actrices, para imitar en la escena el lujo que se desplegaba en los palcos, cubrían sus trages de reinas con joyas falsas, que sin embargo producían muy buen efecto.

Los hombres no se afanaban menos que las señoras por distinguirse en aquel concepto. Las condecoraciones militares, la espada y los lazos y broches de los sombreros, los anillos, las hebillas de calzado, los botones de los chalecos... todo se hacia con profusion de adornos de pedreria. En algunas ocasiones era costumbre exhibir en un solo trage todos los diamantes y piedras preciosas de la familia.

En una fiesta que dió Luis XIV en honor de mademoiselle La Valiere, el rey se presentó como Roger en el baile de Alcides, con una coraza de plata incrustada de oro y diamantes. Montaba un precioso caballo, cuyo caparazon era de color de grana cuajado de oro, plata y piedras preciosas. En aquella misma fiesta el duque de Borbon, que representaba á Rolando, casi sobrepujó al rey. En los magníficos bordados que cubrían su coraza y las medias de seda, resplandecia una multitud incalculable de diamantes, y su alinete y los arreos del caballo, despedian tambien con profusion las luces de esta misma pedreria.

Por la descripcion que antecede puede calcularse la suntuosidad de trage que vistió el rey representando el sol en el baile titulado Apolo.

Entre las consecuencias fatales que solia producir la desatentada pasion por las joyas, merece citarse e caso de madame Tiquet, cuyo ramillete de boda le costó la fortuna y la vida.

Carlier, librero del tiempo de Luis XIV, dejó al morir á cada uno de sus hijos, que eran una señorita de quince años y un capitan de guardias, la suma de 500,000 francos, que entonces constituía una fortuna enorme. Mademoiselle Carlier, jóven, hermosa y rica, se veia obsequiada por una multitud de pretendientes, entre ellos un tal Mr. Tiquet, consejero del lamento, quien la envió el dia de su santo un ramllete, en el que los calices de las rosas se componían de diamantes de gran» tamaño. Este regio presente daba tal ida de la riqueza, buen gusto y liberalidad del amante, que la pretendida se decidió á darle la preferencia entre todos sus adoradores. ¡Pero cuán triste desengaño se siguió á tan lisonjeras esperanzas! El pretendiente era mas bien pobre que rico y había comprado aquel ramillete a credito or 45,000 francos, comprometiéndose á pagarlos de la fortuna de su mujer. La revelacion del engaño no podia menos de ser y fue en efecto un motivo perenne de discusion doméstica, al que se agregaba no solo la decepcion de todas las esperanzas de una vida de lujo ostentacion, sino tambien la necesidad de reducir los gastos y proveer á los de su marido. Ella solicitó y obtuvo inmediatamente una reparacion, y la facultad de disponer de su patrimonio. El marido en venganza la acusó de sostener relaciones ilícitas con Mr. Mongeore, capitan de guardias, y obtuvo del rey una carta sellada para encerrarla en un convento, pero al mostrársela a su mujer, ésta se la arrebató e las manos, y la arrojó al fuego. Su venganza, pues, no pudo realizarse: los partidarios de su mujer tenian sin duda algun valimiento, y le fue negada una segunda carta del rey.

Durante estas escaramuzas, el matrimonio vivia bajo un mismo techo, pero en departamentos separados. hasta que una noche Mr. Tiquet, fue acometido por un asesino que le dió cinco puñaladas, de las cuales, sin embargo, no murió, para tormento de su mujer. El asesino fue detenido y confesó que habia obrado a instigacion de Madame Tiquet. Esta fue decapitada, y ahorcado el criado, instrumento de su venganza.

Las damas de la córte de Luis XV aventajaron á la famosa reina egipcia en las exageraciones del lujo. Ella disolvió una perla; ellas .pulverizaban los diamantes para dar una muestra de su insensata magnificencia. Una señora mostró deseos de (poseer el retrato de su canario en una sortija y oyéndolo el último príncipe de Conti, la suplicó le permitiese ofrecérselo, á lo