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mer auto de fé celebrado por la Inquisición en Avila, ceremonia verificada en 1441, siendo inquisidor general el famoso don Tomás de Torquemada. Dícese de esta ciudad, que produce santos y cantos, y en efecto, no menos que las numerosas canteras de su territorio, ha producido verdaderas piedras angulares del edificio de la religión cristiana, y como suele decirse que detrás de la Cruz está el diablo, también hubo en ella ramificaciones de lo que entonces se llamaba heregía y era castigado con la pena del fuego. Ya en honor á San Pedro, piedra fundamental sobre la que Jesucristo edificó su iglesia; ya por haber espacio suficiente para levantar un decoros) quemadero, el átrio del templo cuya vista ofrecemos fue el escogido por los señores del Santo Oficio para proporcionar á los habitantes de Avila ese espectáculo religioso de los tiempos del fanatismo.


Combate en una de las calles de Málaga, de Urrabieta



FRANCISCO ARJ0NA GUILLEN (CÚCHARES).

El diestro, cuyo retrato damos hoy, ha sido uno de los lidiadores que con mas brillo y aplauso de los españoles continuó la famosa serie de los Romeros, Hillos, Montes y otras figuras notables en los anales del circo taurino en nuestra España, única nación en el globo, que conserva en todo su esplendor las tradiciones y escuela de un arte cuyo origen se pierde en remotos tiempos.

De padres naturales de Sevilla y de familia por generaciones dedicada á esta profesión con varia fortuna, nació Francisco Arjona en Madrid, el 19 de mayo de 1818, y fué bautizado en su parroquia de San Sebastian el 20 del mismo. Desde muy niño mostró su afición al ejercicio de torero, y hallándose en Sevilla, por orden de Fernando VII se abrieron las escuelas de tauromaquia, pudo obtener el privilegio de asistir á ellas, donde mostró estar llamado á recojer grandes aplausos por su habilidad, decisión y conocimiento de las reses, y por la atención con que escuchaba y la docilidad con que seguia las lecciones y los ejemplos prácticos de sus esperimentados maestros.

Los resultados son bien conocidos del público en su larga carrera de toreador, y dejando a los inteligentes que pronuncien su fallo con arreglo á los principios y tradiciones clásicas del arte, á nosotros solo nos toca decir, que el maestro, como se le llamaba en todas partes, no sólo fué un lidiador simpático en donde quiera que se presentaba, sino que se hizo tan nombrado por sus limosnas y beneficios, como por sus dotes de buen torero. Era Cúchares tan caritativo, honrado y aficionado á hacer bien á todos los que se le acercaban, pidiéndole su ayuda y protección, que podría hacerse una lista interminable de sus actos de liberalidad, de caridad y de desprendimiento, porque ningún necesitado se le acercó á quien no amparase y remediase: las cuales prendas han hecho no menos sensible su pérdida como ciudadano y amigo, que como maestro de la lidia en que tantos lauros alcanzara.

Su fallecimiento, ocurrido el 4 de diciembre en la Habana, fue sabido en España con algunos detalles mediante la siguiente noticia que comunicó al Boletín de Loterías y de Toros su corresponsal del referido punto, el dia 4 del citado mes: «El objeto de la presente es participarle, que anoche á las dos y cuarenta minutos falleció el maestro Cúchares, víctima de la terrible enfermedad del vómito negro. Hoy á las cuatro de la tarde ha sido el entierro, el que ha llevado un acompañamiento numeroso, compuesto de casi todo el comercio de esta capital: su cadáver estuvo de cuerpo presente en el sagrario de la santa iglesia catedral.

Esta pérdida es de sentir tanto para la familia del difunto (Q. D. D. G.) como para los aficionados al toreo.