Página:El museo universal 1869.pdf/86

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Este proceso de Saurín, la hermana demandante, con el señor don Francisco de Asis Pacheco, y el liceo es tra la madre Starr, saca á la luz del día interminables tablecido en la calle de las Tres Cruces, donde se deba piezas ilustrativas de lo interior de la vida conven ten é ilustran cuestiones y puntos interesantes de nues tual y de sus amenidades, que, por desgracia, han for tra literatura. mado el pasto de la curiosidad pública. El juez dió Lo que en extremo nos agrada es la determinación sentencia, oido el veredicto del jurado, condenando en tomada en las conferencias dominicales de esta univer quinientas libras á la parte demandada, y en honor de sidad de formar una asociación con objeto de publicar la verdad sea dicho, que el tribunal, aunque protes y ven'ler á módico precio los discursos que forman di tante ,, no ha dado muestras de sentir el odium theo- chas conferencias, con lo cual podrán ilustrarse las setogicum que parecía ser propio de la flaqueza huma- 1 ñoras aficionadas al antiguo recogimiento que tan bien na; antes ha merecido indistintamente los mayores j sienta en su opinión á matronas y doncellas. En efecto, elogios de los hombres de todas las religiones y sectas, como habrá maridos celosos de su sombra y padres por su paciencia y la atención cuidadosa que han pres- anti-revolucionarios, aprobamos esa medida que corta lado á las pruebas resultantes de la causa. el nudo de muchas dificultades con general provecho. No ménos se ha distinguido en Roma, el abogado También ha merecido aplauso, y queremos que italiano que ha tenido á su cargo la defensa de lacau- conste en las columnas de El Museo, el decreto del sa de Aiani y Luzzi, condenados á pena capital por el ministro de Fomento autorizando á los médicos portutribunal superior, haciendo que esta se conmute por gueses, para que puedan ejercer libremente su profetrabajos forzados, y disminuyendo asimismo el rigor | sion en España, disfrutando de los mismos derechos de las penas de sus compañeros. El pueblo aplaudió con que los españoles formados en nuestras escuelas; y vivo entusiasmo al saber la noticia, lo que prueba que otro ademas, en que á los médicos de todos los países, espectáculos como los de las ejecuciones , cualquiera reconocida la legalidad de sus títulos, se les concede el que sea su forma, no son ya del gusto del público. libre ejercicio indefinido de su facultad , mediante el Esto nos lleva á considerar el sentimiento público pago de 200 escudos, asi como los mismos derechos en nuestra patria con relación á la pena de muerte. El que á los españoles y portugueses , con un exámen de Gobierno provisional , no ha querido que durante su j suficiencia y el pago de asignaturas y título , como á mando se imponga la última pena, y unido esto á las los que estudian en España. proposiciones presentadas por los diputados republica Nicolás Díaz Bekjumei nos, á las manifestaciones que tienen lugar en diversas capitales de España, á los discursos públicos que se hacen en Ateneos, Liceos y Academias, y á los artícu los de gran parte de la prensa periódica, hará posible DESCUBRIMIENTO DEL BAROMETRO. la, pronta resolución que exige un punto de esta natu raleza ventilado y resuelto ya en otras muchas nació- ! nes, que no por eso han descendido en la escala de la ; Al recorrer aunque sea someramente, las páginas de moralidad. Al contrario, si algún argumento de hecho la historia de la humanidad , sobresalen en ella hom se necesitase, ahí está Inglaterra que es pródiga en es bres tan eminentes, acciones tan heróicas y épocas tos espectáculos tan horribles como degradantes, y sin tan brillantes, que seria preciso revestirse de la indi embargo, como ya hemos visto, los crímenes aumen ferencia mas culpable para pasar desapercibidos á nues tan hoy día de tal manera, que los hombres políticos tra admiración : de la misma manera en la historia de se ven obligados á traer la cuestión ante las Cámaras las ciencias aparecen tipos tan esclarecidos y descubri para arbitrar el medio de poner un coto á los malvados, mientos tales, que por su importancia y ventajas que cada dia más impenitentes y atrevidos. reportan , grabanse con los mas indelebles caracteres La manifestación de los vecinos de Sevilla no ha te en la época en que nacieran , formando un brillante nido este sólo objeto , sino también el de proclamar período en los fastos científicos. otrás aspiraciones engendradas por el espíritu revolu- j Tal es el notable descubrimiento del 1643, en cuyo cionario moderno, como son la libertad de cultos , la 1 honor, la universidad de Wittemberg instituyó un si separación de la Iglesia y del Estado, el matrimonio ci glo después la fiesta secular Torricelliana , año del vil, la abolición de quintas, y la libertad del trabajo. Por que la física se enorgullece, recordándole con el mas la descripción que de este espectáculo cívico han dado vivo entusiasmo. La imponderabilidad del aire, era admitida por los los periódicos, nien se echa de ver que el genio anda luz, por algunos tachado de superficial é inconstante, sabios anteriores á esta época, pues si bien se tenían se va en esta ocasión al fondo de las cosas y se aferra á ideas vagas de lo contrario , no supieron demostrarlo. les principios de la demócracia con una perseverancia Aristóteles sospechó el peso del aire , y los epicúreos arcíii-teutónica. Finalmente, en Sevilla como en Za- comparaban el viento á una corriente de agua; sin emragoza, han formado en la procesión, mezcladas con bargo, faltaba un esperimento definitivo que corrobolas clubistas, compañías del otro sexo , que, si no tu- rase tales aserciones, y para esplicar el ascenso de los vieran á mano las armas de la razón, podrían vencer a líquidos en el interior de los tubos, se echaba inapo del cualquier gobierno con el atractivo de su marcialidad aforismo tan decantado como absurdo resumido en es y disciplina, y con la gracia de sus movimientos. Mu tas palabras: la naturaleza tiene horror al vacio. Pero llegó un dia en que el gran duque de Floren cho se va ensanchando la esfera de acción del sexo bello, y aunque hay algunos socarrones que quisieran cia tuvo el singular proyecto de elevar el agua á las mejor ver á la mujer, como quién dice, hilando ó zur habitaciones superiores de su palacio, sin sospechar ciendo en sus casas, y no fuera de sus casillas en Ate que tal deseo iba á inmortalizar á un sabio , siendo la neos aprendiendo lo que llaman latines, ó sea todo lo piedra fundamental sobre que descansara la construc que no es ciencia práctica del Gobierno de una casa, ción de uno de los aparatos mas maravillosos que las no hay que olvidar que hay asuntos que las interesan ciencias físicas poseen. Espresado su intento á los fon más que á nadie, y que sólo se saca la muela aquel á taneros florentinos , é instaladas que fueron las cañequien le duele. Por otra parte, pudiera ser que el rias y bombas, se observó cuando comenzaron á fun ejemplo de su actividad hiciera salir á los hombres del cionar, que el agua, ascendiendo hasla 32 pies, se estado de apatía é indiferencia que hizo pasar á pro estacionaba como contenida por una fuerza superior. Se creyó que este fenómeno era resultado de faltas pu verbio las cosas de España. No están felizmente en peor situación las de Cuba, ramente materiales en la construcción de los tubos; según los últimos telégramas, y quisiéramos que pron pero inspeccionados con escrupulosidad, se vió con to se llegase á punto de que los diputados de Cuba y general asombro que todo se hallaba como era de Puerto-Rico, pudiesen venir y tomar asiento en las desear. Cuestión era ésta por demás trascendental para que Constituyentes, contribuyendo con su ilustración é in firme s imparciales de la situación de las Antillas, á que no ocupase á los sabios coetáneos , viendo lirado ñor la constitución nueva asegurase los lazos que en el ré tierra el pretendido horror al vacío : sólo un hombre gimen de libertad han de unir mas y mas á pueblos se creyó digno rival capaz de oponerse frente á frente herma nos tan necesitados de paz , de justicia y buen á tan raro problema, y éste fue el ciego florentino Ga lileo Galilei. Precisado á poner un dique, siquier fuese gobierno. Donde los cronistas tienen hoy harta materia para superficial contra la revolución científica operada por sus reseñas, es en la órbita de la enseñanza. La revolu el atrevido pensamiento del gran duque, y obligado á ción no habrá dado todavía grandes frutos en la región dar pronta solución; se contentó con responder: «El superior que mueve la máquina del Estado; pero al me {peso mismo del agua impide elevarse á mayor altura nos la libertad no pierde ocasión , momento ni terreno a columna líquida.» Respuesta que demuestra bien en qué arrojar semillas. Cada dia se reciben noticias de claramente no ser el error esclusivo patrimonio de la la creación, institución y apertura de academias, es ignorancia, sino también peculiar de los hombres de cuelas y liceos. La diputación provincial de Sevilla, ha ciencia. Existía por aquella época la Academia fundada por instituido una escuela elemental de agricultura é in dustria; en Pamplona hay abiertas varias cátedras para el naturalista italiano Federico, príncipe de Cesi, titu los obreros, á cargo de profesores del Instituto; en Va- lada de los Lincei, entre cuyos individuos se encontra lludolid, los catedráticos de la Universidad, han esta ban el fraile loscano Benedicto Castelli , discípulo de blecido una academia libre, de enseñanza médica ; en Galileo, Miguel Ricci y Evangelista Torricelli. Este jo Córdoba se va á establecer una escuela práctica de agri ven, conocido ya entre los sabios por su obra De motu cultura en el cortijo ó término denominado del Alcai y grandes conocimientos físicos , no hallando satisfac de ; en Madrid , innumerahles son los clubs y liceos toria la solución de Galileo, sin embargo del gran res polílicos y literarios que puebla la juventud estudiosa, peto que demostraba á su célebre anciano maestro, mereciendo que en esta revista hagamos especial men se comprometió á dar desde el retiro de su gabinete, ción del Ateneo Escolar , en cuya última sesión pro una demostración mas convincente, y á fuerza de in nunció contra la pena de muerlc un notable discurso ducciones llegó á entrever el principio de una notable

teoría, conociendo que iba á salir airoso del sacrificio que en aras de la ciencia se impusiera. «Si el peso del agua, dijo, no permite á ésta elevarse á mas de 32 pies, .¿por que no le impide llegar á ese punto?» Basado en esta suposición , y reflexionando sobre ella , sospechó con razón, que cuando no hay cuerpo alguno que obre en el interior de los tubos sobre la superficie de los fluidos , el contrapeso que los sostiene a un determi nado nivel, es el peso del aire que gravita directamen te sobre la capa superior de los mismos. Pasando del razonamiento á la ésperiencia, supuso que á ser cierta su teoría, el mercurio 13,6 mas denso que el agua, sólo debia ascender á 28 pulgadas. Hízolo así introdu ciendo mercurio en un largo tubo de crista!, y vió co ronados sus afanes con el descubrimiento del baróme tro, aparato tan sencillo como de incalculables aplica ciones, que por sí sólo le inmortalizara, si no ocupase ya uno de los primeros puestos entre los académicos de Lincei. El aserto, pues, del fut/a vacui, era una qui mérica ilusión, hija de la mas crasa ignorancia. Al dar cuenta Torricelli á su amigo Riccí de su pre cioso descubrimiento que llenaba un gran vacío crean do una ciencia nueva lé decia: «que con su instrumento podia llegar á conocer cuándo el aire era mas ligero ó mas pesado,» y que éste «pierde en densidad á medida que se eleva sobre' las cimas mas altas de los montes.» Sabedor su pariente Pascal de esta ésperiencia por el padre Mersenne, la hizo demostrar en Mont-Dose, después de probar él mismo la verdad de la segunda observación en una de bs torres de París y en Puy de Dome por medio de Perrier. Con pruebas tan definiti vas no cupo duda alguna sobre la ponderabilidad del aire y de su presión sobre las columnas de los líqui dos con que se operó, presión que se debilita según se asciende sobre el nivel del Océano, en virtud del en rarecimiento en las capas atmosféricas.

MUSEO BIOGRATICO. CELEBRIDADES CONTEMPORANEAS. DON CRISTINO MARTOS. Entre los hombres que por su patriotismo y sus vir tudes gozan hoy el envidiable privilegio de fijar la atención pública, creyéndoseles, no sin razón , como elementos necesarios para consolidar en nuestro pais las libertades proclamadas por la revolución de setiem bre, se halla en primera línea el diputado demócrata, cuyo retrato precede á estos ligeros apuntes biográ ficos. Nacido en Granada en 13 de setiembre de 183t, si guió su carrera literaria y científica, primero e» Tole do y mas tarde en Mdrid, donde terminó de um ma nera brillante la de jurisprudencia , en cuya profesión tan pronto había de distinguirse. Desde muy jóven manifestó ya dotes brillantes para la oratoria tribunicia, arengando á sus compaieros en la sublevación escote de 1851, en que estuvo á punto de perder su carrera por haber atacado vigorosamente las aspiraciones retrógradas del ministerio Bravo Murillo. La redacción de El Tribuno fue el palenque donde por primera vez esgrimió sus armas como político; y acreditado ya á los veinticuatro años como hombre de ideas avanzadas , le comisionó la Junta Revolucionaria de Madrid para entenderse con el general O'Donnell sobre los medios de llevar á cabo el movimiento ini ciado en el Campo de Guardias, asistiendo por consi guiente con sus compañeros de comisión , en el cuar tel general, á la acción de Vicálvaro. Durante el efímero y pasajero triunfo de los princi pios liberales , que mas tarde habían de sucumbir á manos de los mismos hombres que á su pesar los ha bían proclamado, el jóven Martos adquirió ya fama de orador elocuente en el Circulo de la Union , presidido primero por el conde de las Navas , y después por el ardierte demócrata don José María Orense. En aquellos dias, y desempeñando el puesto de abo gado fiscal del Supremo Tribunal Contencioso-administrativo, defendió ante el Jurado la causa de más de un periódico liberal con tan notable acierto , que la prensa toda le tributó calorosas y justas alabanzas por sus brillantes discursos. El movimiento reaccionario de 1886, le hizo abra zarse con más entusiasmo á la bandera democrática, que ya defendía en el periódico La Discusión, hallán dose en aquellos momentos de prueba al lado de los patriotas Rivero, Asquerino y otros muchos, entre los cuales estaba también el autor de estas lineas, en la barricada que se improvisó en la Carrera de San Geró nimo por los redactores y amigos del periódico citado. Consolidada aquella situación, v hecha jior Martos la renuncia del puesto oficial que desempeñaba , fueron inútiles cuantas gestiones praclicaron algunos de los hombres mas autorizados de la Union liberal para atraerle á su partido. Las profundas convicciones del jóven demócrata, su lealtad y honradez, le hicieron apartarse de la senda fatal en que muchos desventu