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menoscabo de sus caracteres morales, sino que también en el de sus caracteres físicos. La mujer tiene obligación de conservarse tan líermosa como pueda y de no acelerar su decrepitud y su ruina. Debe preservarse de la intemperie , para que el sol y el aire y las vicisitudes atmosféricas no curtan su cutis y la priven prematuramente de su característica delicadeza y tersura. Ha de ser como esas plantas delicadas que á fuerza de asiduidad y cuidados florecen en los invernáculos. Rousseau, tan admirador como era de la naturaleza y tan opuesto á todas las desigualdades artificiales y de pura convención , prefería tal vez por lo mismo, las señoras cíe. las ciudades á las mujeres rústicas y campesinas. Porque en realidad, está mas cerca de la. naturaleza, y obedece mejor las prescripciones de ésta, la mujer que cuida mucho de su persona y se pono de veinte mil alfileres, que la que abandona sus atractivos á merced . del azar y no los defiende de los continuos ataques de los agentes csteriores. El primer deber de las mujeres, es ser hermosas, es decir, ser mujeres. Que si en su cabeza se anticipa á la edad de las canas alguna cana, que si en su rostro se anticipa á la edad de las arrugas alguna arruga, procedan estas precocidades ó pródromos de la vejez del ejercicio de sus funciones de mujer, y no se puedan en manera alguna atribuir á haber usurpado las iimcíones de los hombres. Que envejezcan prematuramente por haber dado á luz muchas criaturas, y no por haber dado áluz muchos libros. Una escritora célebre, que no había gozado de las delicias de la maternidad, como sucede con frecuencia á las mujeres que se humanizan, quw homines faetcesunt, preguntó un día al primer Napoleón, esperando de él una respuesta que halagase su vanidad ,de literata , cuáles eran en su concepto las mujeres mas meritorias. — Las que mas hijos echan al mundo , — contostó el emperador con desenfado. La contestación nos parecería magnífica, sí en lugar de haberla dado el César francés, que deseaba sin duda que las mujeres pariesen muchos hijos para tener él mucha carne de canon al servicio de sus cálculos ambiciosos, hubiese salido de la boca de uno de esos grandes iniciadores que sólo aspiran á la prosperidad de los pueblos á cuyo frente les ha colocado su genio ó su fortuna. Dan un sentido epigramático á la respuesta del primer Napoleón las circunstancias que concurrían en la persona que le dirigió la pregunta, y que hemos ya manifestado. Era una escritora que no había tenido nunca ocasión de practicar los deoeres y virtudes de la maternidad, no sabemos sí por haber vivido siempre en estado honesto, ó sí por no haber Dios bendecido sus entrañas. La respuesta de" Napoleón prueba por lo menos que el gran conquistador simpatizaba poco con las literatas, lo que nada malo arguye contra ellas, pues es sabido que Napoleón no simpatizaba tampoco mucho que digamos con los literatos, á quienes comprendió en el anatema fulminado bajo el primer imperio contra los filósofos, motejados por él con el sobrenombre de ideólogos. En cambio, le gustaban los cómicos , sin duda porque él de cómico tenía mucho mas que de literato. Similis similem quosrit. No podemos abstenernos de terciar en la cuestión y emitir nuestro parecer aunque nadie nos lo pida, y se nos tache por ende de entrometidos y oficiosos. Estamos en nuestro derecho. La mujer es la mitad del hombre, dimidia pars hominis, y de consiguiente, quod mulierum est ú nobis alienum non putamus. Demostrado el derecho de consignar nuestra opinión, vamos á manifestarla sin tapujos. Convenimos con el fundador de la dinastía Napoleónica en que la mujer mas meritoria es la que mas hijos tiene. La misión de la mujer es tener hijos, y esta misión, cuyo desempeño requiere sacrificios y actos de abnegación de tal magnitud que no alcanza á medirlos la mente del hombre, porque el hombre es demasiado egoísta para comprender ciertos heroísmos, exige de la mujer que ponga de su parte cuanto pueda para sacar de su belleza todo el partido posible, dedicando todos sus afanes á su conservación y aumento. La afectación de muchas jóvenes, aficionadas á em- nificantes y vulgares de su exislon cía,, dedicada toda entera ú un Jl objeto. FILIPINAS.— -EDUCANDA DE BEATERIO. perifollarse con esceso, es no mas que la, exageración, ó la aberración (al vez, de un instinto que es común á todas ellas. Inconscientemente poseen todas este instinto de agradar, que se relaciona íntimamente con la vida de reproducción perpetuadora de la especio. Por eso cuando una mujer ha pasado ya de la edad crítica, cuando es ya vieja, cuando los años la han vuelto ya inútil para la vida de reproducción, todos los esfuerzos que hace para reparar su belleza en decadencia la vuelven ridicula. Por eso constituyen uno de los tipos mas grotescos las viejas presumidas y remilgadas. La belleza en las mujeres tiene una razón de ser que desaparece con su facultad reproductora, y cuando esta facultad se agota al mismo tiempo que sus gracias, supérlluas ya faltando aquella, las debemos la consideración á que se han hecho acreedoras por los grandes dolores á que se han sometido en el cumplimiento de su misión providencial, con tal que se resignen al abandono y perpétua abdicación de unos atractivos que no deben va existir luego que ha concluido la misión que Jos nacía necesarios. Sí el don de agradar sobreviviese en las mujeres á su poder reproductor, Jas viejas usurparían á las jóvenes atribuciones que sóJo a éstas corresponden , y pocos siglos bastarían para borrar la especie humana de la faz déla tierra. Verdad es que con eso se perdería bien poca cosa. Todavía no hemos podido persuadirnos de que Ja humanidad sirva de algo. El deseo de agradar es de tal manera instintivo en las jóvenes, que todas poseen, aunque á grados diferentes, cierto talento para satisfacerlo. Todas poseen un arte, que pudiéramos llamar arte de la naturaleza, porque es la naturaleza quien se lo da, con el cual añaden nuevos quilates á su beldad nativa. Este arte es en eJJas innato , como en las hormigas el que emplean para construir sus moradas, que son modelos de arquitectura, no obstante carecer sus hábiles constructoras de todo título académico. Y este arte de embellecerse, para agradar mas, que poseen todas Jas jóvenes, se reveja no sólo en sus tragos y en sus adornos, sino en sus gestos, en sus palabras, en sus actitudes, on Jas modulaciones de su voz, en su continente, en su manera de andar, en su manera de estar sentadas, en sus alegrías y en sus tristezas, en sus risas y en sus JJantos, en sus mimos y en sus desdenes, en todos Jos actos , Jiasla Jos mas ínsig- ¿Creen las literatas que su tói lidad de literatas acrece los atracii vos que tienen como mujeres? i creen sin duda alguna, pii¿s los' tos todos de las mujeres no tientK nunca á otro fin; pero se equivonnl miserablemente. Si el cultivo de i literatura fuese un medio mas que {„ viesen las mujeres para agradar ú W hombres, todas las mujeres serim literatas. Nacerían todas literatas como nacen todas mujeres. No hay exageración en lo que decimos; las paradojas no son de nuestro gusto. Cuanto la naturaleza Ü podido dar á las mujeres en general para agradar , se lo ha dado. Les iia dado hasta el arte de hermosearse el arte de realzar sus gracias para que parezcan mas bellas de lo que son realmente. ¿Y no había do ser m la mujer congénita la .literatura, si ésta pudiese servir de algo para volverla mas simpática, cuando lo único ano la naturaleza ha querido hacer do la mujer es el ser simpática por escelencia? Si el carácter de literata de una mujer constituyese un atractivo . las literatas, que son hoy la escepcion, serian la regla. La naturaleza se opone á quo lár mujeres sean literatas, y la desobediencia de algunas de ellas procede de un error de cálculo. Si fuese posible encontrar dos mujeres hermosas perfectamente iguales, tan iguales como si fuesen dos copias exactas del mismo modelo, dos estatuas vaciadas en el mismo molde , los hombres en general escogerían indistintarnenle á cualquiera de las dos , aunque una de ellas cultivase las letras con un éxito prodigioso, y la otra no supiese mas que la materialidad de leer y escribir como leen y escriben las que han sido educadas en un- colegio cualquiera. Nada da ni quita la literatura á la mujer , considerada en sus relaciones con el otro sexo. En cuanto á nosotros particularmente, nunca en nuestra juventud nos hubiéramos enamorado de una mujer por sus producciones literarias , aunque éstas nos hubiesen encantado. Somos entusiastas admiradores de las obras deStael, deSand, de Stowe, pero ningún* de estas célebres escritoras nos inspira con sus libros ningún interés que no sea del género del que nos inspiraría un hombre que los hubiese compuesto Las mujeres , á nuestros ojos , no adquieren como mujeres ningún valor con ser escritoras. Respetamos su talento ó su genio como el de'Cárlos Dikens o el de Víctor Hugo , ni mas ,. ni menos. No vemos a la mujer, no vemos mas que á la escritora, sin acordarnos siquiera de que tenga un sexo. 'Se conlntuará.) A. RlBOT Y FONTSERÉ:


EL MUSEO UNIVERSAL


ADVERTENCIA.

Según las condiciones fijadas en el prospecto de El Museo, con el presente número se remiten el tomo 2. de la Historia General de España y el tomo 2. Nuevo Viajero Universal, á los señores suscritores que han optado por estas dos obras.


SOLUCION DEL GEROGLÍFICO DEL NÚMERO ANTERIOR-

La menor edad en los propietarios, hace la fortuna de sus tutores.


DIRECTOR Y EDITOR RESPONSABLE D. José Gaspar

IMPRENTA DE GASPAR Y ROIG, EDITORES: MADRID, PRÍNCIPE, 4