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EL PRINCIPE

prudencia, y hay otros en que el príncipe puede o debe dejar alguna cosa la casualidad; pero nada es tan difícil como mudar de intento y a tiempo de conducta y de carácter, ya sea porque no sepa uno resistir a sus hábitos e inclinaciones, o ya porque con dificultad se abandona un camino que siempre nos había dirijido bien [1].

Julio II, de un jenio violento y arrebatador salió felizmente de todas sus empresas, sin duda porque las circunstancias en que este pontífice gobernaba la Iglesia, requerian un jefe de semejante carácter. Aun hay memoria de su primera invasion del territorio de Bolonia, viviendo Juan Bentivoglio, con la que dió celos a los Venecianos, a la España ya la Francia; pero no se atrevieron a incomodarle unos ni otros: los primeros, porque no se consideraban con fuerzas suficientes para resistir a un pontífice de aquel carácter; la España, porque ella misma tenia que recobrar el reino de Nápoles; y la Francia, por que además del interes que advertía en contemplar a Julio II, queria humillar tambien a los Venecianos, de suerte, que no titubeó en conceder al papa los socorros que le habia pedido.

Así es como Julio II salió felizmente de una empresa en que hubieran sido intempestivas la prudencia y la circunspeccion; y sin duda esta misma empresa hubiera tenido mal éxito, dando tiempo a la España y a los Venecianos para reconocerse, y a la Francia para que la entretuviera con escusas y dilaciones.

Julio II manifestó en todas sus empresas el mismo carácter de violencia, justificándolo el éxito plenamente; pero acaso no vivió bastante para probar la inconstancia de la fortuna, porque, si hubiese llegado tiempo de valerse de la prudencia y la circunspeccion, inevitablemente hubiera encontrado su ruina en aquella inflexibilidad de carácter e impetuosidad, que eran tan naturales en él.

De todo esto es preciso concluir que aquellos que no saben mudar de método cuando los tiempos lo requieren, prosperan sin duda mientras van del acuerdo con la fortuna; pero se pierden luego que esta se muda, no sabiendo; seguirla en sus frecuentes variaciones.

Por último, opino que mas vale ser atrevido que demasiado circunspecto; porque la fortuna es de un sexo que únicamente cede a la violencia [2], repele siempre a los cobardes, y, si suele declararse por los jóvenes, es porque son ellos mas emprendedores y atrevidos.


Exámen.

La cuestion de la libertad orijinal del hombre es un problema que hace perder el juicio a los filósofos, y que ha provocado mas de una vez el anatema de los teóiogos. Los partidarios de la libertad dicen que, si el hombre no es libre, fuerza es creer que sea Dios quien obre por ellos; y por consiguiente, Dios es quien se vale del nombre para cometer el robo, el homicidio y todos los demas crímenes; lo cual se opone a la idea que tenemos formada de S. S. Ademas, si fuese cierto que el Ser Supremo es padre de todos los vicios e iniquidades que en el mundo se cometen, no habría ya criminales que castigar, porque no existirían ni el crimen ni la virtud; y como es imposible examinar esta horrorosa doctrina sin echar de ver su falsedad y sus contradicciones, no nos queda mas recurso que declararnos en favor de la libertad del hombre.

Por otra parte, los sectarios del sistema de la predestinacion dicen que Dios

  1. Maquiavelo dice tambien en sus Discursos «que la causa porque la fortuna abandona a un principe, es que ella muda los tiempos, y entonces el principe no muda de sistema ni de recursos.» Acusábase de mudable a un rey de Esparta, que sabia obrar segun las circunstancias: «No soy yo quien varía, respondía él, sino los negocios.»
  2. Anibal llamaba a la fortuna madrastra de la prudencia.