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Y ANTI-MAQUIAVELO.

Apenas subió este príncipe al trono, cuando dirijió sus armas contra el reino de Granada; guerra que fue el fundamento de su grandeza, pues, distraídos los magnates de Castilla con las batallas, estuvieron muy lejos de fijar su atencion en las novedades políticas, y de advertir la autoridad que el rey iba acrecentando cada dia a costa de ellos, manteniendo con los caudales del pueblo y de la Iglesia los ejércitos que le elevaban al alto grado de poder en que le vemos.

Para formar luego empresas todavía mas brillantes, se cubrió mañosamente con la capa de relijion, y por un afecto de piedad bárbara y cruel, lanzó a los Moros de sus estados; rasgo de política verdaderamente deplorable y sin ejemplo.

Vistiose tambien Fernando del mismo disfraz para invadir sucesivamente el África, la Italia y la Francia, alimentando siempre los proyectos mas vastos, y al mismo tiempo mas idoneos para concentrar la atencion de sus súbditos en los sucesos de su reino. Asi es como este príncipe ha sabido disipar las tormentas que se formaban contra él, y le hemos visto luego conseguir sus fines sin encontrar obstáculos de parte de sus súbditos.

Tambien es útil a vezes decretar castigos ejemplares y conceder recompensas estraordinarias, porque esto causa mucho ruido y produce siempre grande impresion en los animos: Bernabé Visconti, señor de Milan, puede servir de ejemplo en esta parte. En fin, los que gobiernan deben jeneralmente esforzarse para parecer grandes en todas sus acciones [1], y evitar todo lo que dé indicios de debilidad o de incertidumbre en sus designios. El príncipe que no sepa ser amigo o enemigo decidido, se granjeará con mucha dificultad la estimacion de sus súbditos. Si estan en guerra dos potencias vecinas, debe declararse por una de ellas, sopena de hacerse presa del vencedor, sin ningun recurso, y alegrándose el mismo vencido de su ruina; porque el vencedor no podrá mirar con buenos ojos a un amigo incierto que le abandonaría al primer revés de la fortuna, y el vencido nunca le perdonará que se haya mantenido tranquilo espectador de sus derrotas.

Habiendo entrado Antioco en la Grecia, llamado por los Etolios para echar de allí a los romanos, envió a los Aqueos, amigos de estos últimos, un embajador con el fin de persuadirles que se mantuvieran neutrales, al mismo tiempo que los romanos les metían priesa para que tomaran las armas a favor de ellos. Juntos en consejo los Aqueos para deliberar sobre este punto, tomó la palabra el enviado de los romanos despues del de Antioco, y les dijo: «Os engañan aconsejándoos que no tomeis parte en la guerra que sostenemos, como el partido mas prudente que podeis escojer para la conservacion y la utilidad de vuestros estados: muy al contrario, yo pienso que no pudiérais adoptar otro peor, porque, manteniendoos neutrales, quedareis infaliblemente a la discrecion del vencedor, cualquiera que este sea, y tomaréis sobre vosotros dos riesgos por uno [2]

Considera que no es tu amigo quien te pide la neutralidad, y que lo es o puede serlo aquel que te induce a tomar las armas para ayudarle. Los príncipes irresolutos, que solo atienden a salir del apuro, adoptan el partido de la neutralidad, que las mas vezes les conduce a su ruina. Cuando un príncipe se declara paladinamente por una de las potencias belijerantes, si triunfa aquella

  1. La principal atencion del príncipe debe emplearse en aumentar sn reputacion. (Tacit.) Ha de ser como Muciano, que sabia dar realze a cuanto hablaba y a cuanto hacía.
  2. En este caso, dice Tito-Livio, perdida la honra y sin ninguna consideracion, quedareis para premio del vencedor. Solamente es buena la neutralidad para un príncipe mas poderoso que otros dos que están en guerra, porque de este modo se hace árbitro de ellos cuando quiere: siempre es perjudicial para los príncipes pequeños. Es indispensable ser el mas fuerte, o estar con el mas fuerte.