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VI

sores.

Addison, autor de la tragedia Caton, famoso como hombre de estado, y luego como escritor periódico, sintió el vergonzoso estímulo de la envidia; y para disminuir el crédito de Pope, aprovechó el talento poético de un tal Mr. Tickell para que publicase el primer libro de la Iliada que, segun todas las apariencias, era obra del mismo Addison; mas llegó tarde este envidioso manejo para que á pesar de sus enemigos minase el cimentado edificio de la opinion de Pope; y el olvido recibió en sus brazos á Tickell y su Iliada, quedando sia embargo de sus defectos como traduccion y como poema, si se quiere; y es hasta el presente habida y reputada como obra clásica en la literatura inglesa y de grande estima entre los extrangeros, aun entre los franceses.

A la Iliada siguió la Odysea, obra de muchos ingenios y por consiguiente desigual y sin las cualidades de que abundan la primera, que se leerá siempre con provecho, principalmente su discurso ó sea prólogo con que finaliza su obra, que hace ver el fiasco de cien brazos, con quien habia combatido en pelea á todo trance, aunque no era profundo helenista.

Pope hizo una edicion de Shakespeare, que es poco estimada, precedida de un prólogo, escrito en 1723 ¿No conoceria esie gran crítico las bellezas del trágico? ¿No era bastante sensible para sentir la rabia y furor de Otelo, ni bastante profundo para desentrañar la filosofia de Jamble? Lo que es cierto que non omnes possumus omnia, y que es un consuelo para la humanidad literaria.

Como poeta el carácter de Pope era elevado y muy dificil de contentar como literato: era agresor y no podian faltarle enemigos en la plebe literaria. Los tuvo á millares, y á todos presentó la batalla. Quiso vencerlos todos en una sola campaña, y para conseguir su intento escribió su Dunciada, que es su mejor lauro de crítico poeta.

Detengámonos un poco sobre esta Dunciada, que tantas zo-