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VIII

inutilizar los tiros de sus enemigos hasta el de Candos, cuyo mal gusto censuró, aunque Lord, bajo el nombre de Timon en un pequeño poema sobre el gusto.

Obtenida un poco de calma dio á luz en 1733 el Ensayo sobre el Hombre, cuya idea capital comprendia el sistema del optimismo. Por esta obra fué conocido en Francia, y Voltaire pocos años despues la combatió en sus poemas filosóficos: antes de esta publicacion del patriarca de Fernei, aunque en Francia abundaban poetas y escritores prosistas, no habia llegado aun el momento de raciocinar filosóficamente; la moral y la religion se enseñaban en versos elegantes y serios, y aun la prosa nada dejó desear en esta materia. No así los ingleses: el Hamlet del trágico inglés y otros personages de sus piezas, emitieron pensamientos altos y profundos con ideas refinadas y de nueva creacion. Pope quiso ser nuevo y siguió otra senda; y aunque en ella se manifestó libre y atinado, no se descubrió allí el pensador profundo y aquella escuela, en que el principe de Dinamarca decia á Horacio su amigo «Entre el cielo y la tierra hay muchas cosas, que no las sueña la filosofia.« Era metódico, elegante, pero no se veia marcada la huella del genio y del vigor robusto, su hermano. Él no creó los principios, eran los de Bolimgbroke, y lo que es mas, no habia previsto las consecuencias. Con todo, su fama y su gloria estaban en su apogéo y hasta la reina quiso marcar su estimacion honràndole con una crítica.

Esta gloria le deslumbró hasta tal punto que á pesar de los defectos, visibles al menos conocedor, él miró á esta obra del Ensayo del hombre como su corona principal en el parnaso británico, y siendo el idioma latino el mas general entre los literatos solicitó se hiciese una traduccion en este idioma, no satisfecha su ambicion con verse traducido en francés, en aleman y en italiano. Nuestro Cervantes queria brillar mas como poeta comico que como autor del ingenioso Hidalgo; y aunque él se jacta de no haber ensangrentado su pluma, sus pocos rasgos sobre el académico de Argamasilla en el testamento de D. Quijote,