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des intimas. Ni de su correspondencia ni de sus obras no se puede descubrir si sintió la llama del amor, pero en sus testamentos y legados se echa de ver su alma agradecida.

De su correspondencia se hizo tanto aprecio que se hicieron varias impresiones furtivas, y sus enemigos con ella le causaron disgustos, publicando confianzas para denigrar su caracter moral, y tomando ocasion hasta para burlarse de sus deformidades corporales.

Despues, sus mismos panegiristas eran enemigos disimulados, publicando horribles calumnias. Hace pocos años que el doctor Bowles publicó una nueva edicion de Pope: con lo que se suscitó una terrible controversia. El editor, en una biografia que hizo mucho ruido, reveló algunas anécdotas que hacen poco honor á nuestro poeta hasta tratarle de calumniador el mismo que pretendia comentarle; concluyendo en que sus cartas y satiras manifestaban que era hombre de corazon, poco bien quisto, y mucho menos franco en su trato.

Bowles no paró aquí: atacó el genio poético de Pope; la discusion se empeñó de tal manera que sostenia el editor, que Pope era un plagiario y que era todo arte hasta en las cosas de mero y puro sentimiento. Campbel, en su ensayo sobre la poesia inglesa, quiso defender á Pope, y sostuvo que la naturaleza está en todo aun en las obras del arte, y que valerse de ellas para embellecer, adornar y realzar la naturaleza, es imitarla; pues ella no solo está en los campos floridos, ni en los sombrios bosques, y que no era necesario ser botánico para ser poeta. Los que conozcan el caracter y estilo poético del defensor, principalmente los que hayan leido sus dos mejores odas á «O Linder: When the sun was lous.» y el canto griego que principia «Again to the batle Acaians,« habrán tambien conocido el carácter y temple del genio de este moderno poeta, y que no dista mucho del de Pope, amoldado en la influencia de la época. Byron tomo parte en la disputa, pero sin grande estension. Este poeta, discípulo del panteista Shalley, no podia menos que sen-