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Mi nombre es Ariel: tu amor constante;
Ha poco que pasaba
Y la azulada esfera rodeaba
Y en el luciente espejo de tu estrella
Yo vi cielos, yo vi que amenazara
Algun fatal suceso, y que en aquella
Tarde, y antes que el Sol su luz mostrara....
Pero el cielo no dijo cómo ó cuándo;
Mas tu sylpho, mi amor, te está avisando;
Su deber ha cumplido
Tu guardian entendido;
Tú de todo recela y no te asombre,
Que temas mas que todo á cualquier hombre.»
 Asi dijo, y Relindo, que pensara
Que su dueño bastante habia dormido,
Con su lengua lamiendo el atrevido
Sus labios, á la hermosa dispertara.
Belinda abre sus ojos y al momento
Sobre un billete dulce los clavara;
Heridas alli vió, celos, tormento;
Mas la vision en tanto desparece
Y cual sutil vapor se desvanece.
 Entonces, despojado de su velo
Se deja ver el tocador2 precioso,
De candido metal el tren hermoso,
Con mistica apariencia colocado:
Las ninfas bellas con ardiente celo,
Con el ropage de cendal nevado,
Descubierta la frente,
Y con aire devoto y reverente
La cosmética3 Diosa adoran todas.
En un bello cristal se retrataban
Las gracias de Belinda peregrina,
A dó graciosa su mirar inclina.