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Dos rizos, que con gracia peregrina
Lindo adorno prestaban
A la nevada espalda en cercos bellos;
Y amor formaba en ellos
Red y cadena al corazon amante;
Y si ver acontece á cada instante
Con la delgada crin prender las aves;
Ni, tú, raza imperial del hombre alabes;
Que una dorada trenza le aprisiona,
Y una hermosa blasona,
Que es de su gran poder corto destello,
Al hombre conducir por un cabello.1
 Los rizos el varon feliz admira,
Observa y calla, y à la presa aspira;
Y resuelto á vencer, la senda allana
Sin la astucia olvidar ó fraude insana:
Y muy antes que Febo al mundo dore,
Su corazon ordena que él implore
Al benéfico cielo, y muy piadoso
Al amor suplicaba respetuoso
Sobre un altar que alzara
Con doce libros de cuartel dorado
Que franceses romances han formado,
Y en trofeos de amor allí colgara
Dos ligas con un guante
Y billetes dulcisimos de amante,
Que se abrasaron luego
De suspiros ardientes en el fuego,
Y postrado pedia con los ojos,
Que del fuego de amor eran despojos,
La presa le conceda
Y larga posesion obtener pueda.
Medio ruego el amor escucha atento,
Pero la otra mitad la llevó el viento.