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El luminoso vaso en raudo vuelo
Con sus rayos inunda el mar y el cielo:
La música sonora el aire llena,
Y la plácida fuente va serena:
La onda inquieta murmura en la ribera
Y en las hojas el zéfiro gimiera.
Mas Belinda sonrie y todo es gozo;
Menos el Sylpho que oprimido, ansioso
Pesa en su peche la prevista ruina,
Y de evitarla medios imagina.
Del aire los brillantes ciudadanos
Convoca al punto y en su torno giran
Sus aéreos ropages susurrando,
Como el zéfiro suave suspirando,
Los débiles arbustos y las flores
Exhalan sus finísimos olores.
Como insectos sus alas se desplegan,
La brisa sacudiendo, ó al sol llegan,
Y en nubes luminosas
Se mecen cual las tiernas mariposas;
Su delicada forma trasparente,
A los ojos mortales invisible,
Y sus fluidos cuerpos medio hundidos
Y en éter luminoso confundidos,
Con ágil movimiento irresistible
Al viento sueltan su ropage undoso,
De sutil y brillante entretegido,
Del rocío en membrana convertido:
Que los cielos sus lentes le prestaron
Y á la luz sus colores le robaron,
Y en sus alas los rayos reflejando
Van el arco celeste retratando.
Mas a todos excede Ariel divino,2
Cual un mástil dorado