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El encargo que tiene.
Tú, Cefireta, el abanico agita;
Los pendientes, Brillante, solicita;
Momentilla, el relox es tu cuidado,
Crispa tú, cela el favorito rizo;
El mismo Ariel se encargará del lindo
Belloso cuerpo del feliz Relindo.
Cinco escogidos Sylphos tengan cuenta
Con vigilancia atenta
Y un encargo especial sobre el tontillo;
Que, aunque en arcos de fierro guarnecido
Y en barbas de ballena sostenido
Y en plata una ancha cinta lo rodea
Que la circunferencia señorea;
Siete dobles murallas se han rendido
A un lechuguino astuto, es bien sabido.
El sylpho, que se muestre negligente
Y su puesto abandone y á la hermosa,
Venganza desastrosa
Sentirá el delincuente;
O en un pomo será bien custodiado,
o de agudo alfiler la picadura
Sentirá traspasado,
o de amargosas aguas en un lago
Huudido quedará, ó bien metido
En un ojal de un borseguí pulido,
O en gomas y pomadas batallando,
Y en vano procurando
Con sus alas de seda alzar el vuelo,
O en estítico alumbre bien bañado
Como marchita flor quede arrugado,
Como Ixion á su rueda, con gran duelo.
Fijo siga las vueltas de un molino;
O en el vapor del chocolate humeante