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—Aquí, señor subprefecto —rezongaba rencorosamente el párroco—; aquí no cabe sino mano de hierro. Si usted no lo hace así, la indiada puede volver a reunirse esta noche y apoderarse de Colca, saqueando, robando, matando. . .

A las doce de la noche, el Estado Mayor de la guardia urbana, y, a la cabeza de él el subprefecto Luna, estaba concentrado en los salones del Concejo Municipal. Después de un cambio de ideas entre los principales personajes allí reunidos, se acordó comunicar por telégrafo lo sucedido a la Prefectura del Departamento. El comunicado fue así concebido y redactado: "Prefecto. Cuzco.— Hoy una tarde, durante sesión Junta Conscriptora Militar provincia, fue asaltada bala y piedras Subprefectura por populacho amotinado y armado. Gendarmería restableció orden respetando vida intereses ciudadanos. Doce muertos y dieciocho heridos y dos gendarmes con lesiones graves. Investigo causas y fines asonada. Acompáñanme todas clases sociales, autoridades, pueblo entero. Tranquilidad completa. Comunicaré resultado investigaciones proceso judicial sanción y castigo responsables triste acontecimiento. Pormenores correo. (Firmado.) Subprefecto Luna".

Después, el alcalde Parga ofreció una copa de coñac a los circunstantes, pronunciando un breve discurso.

¡Señores! —dijo, con su copa en la mano—. En nombre del Concejo Municipal, que tengo el honor de presidir, lamento los desgraciados acontecimientos de esta tarde y felicito al señor subprefecto de la provincia por la corrección, justicia y energía con que ha devuelto a Colca el orden, la libertad y las garantías ciudadanas. Asimismo, interpretando los senti-