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estaba ya creyendo esos chismes y un día me hizo llamar a su escritorio y me dijo: "Señor Marino: Lo he hecho llamar a mi escritorio para hablar con usted sobre un asunto muy grave y muy secreto. Siéntese y contésteme lo que voy a preguntarle. ¿Cómo se porta con ustedes en Colca el subprefecto Luna? Hágame el favor de contestarme con entera franqueza. Porque me escriben de Colca tantas cosas contra Luna, que, francamente no sé lo que hay en todo esto de cierto. Por eso quiero que usted me diga sinceramente cómo se conduce Luna con ustedes. ¿Les presta toda clase de facilidades para el enganche de peones? ¿Los apoya y está con ustedes? Porque la "Mining Society" hizo nombrar a Luna subprefecto con el único fin de tener la gendarmería a nuestro servicio para lo que toca a la peonada. Usted lo sabe muy bien. El resto es de menor importancia: que Luna está siempre con los correligionarios políticos de Urteaga; que se emborracha con quien quiere, eso no significa nada". Así me dijo el gringo. Estaba muy enojado. Yo le dije entonces que usted se portaba correctamente con nosotros y que no teníamos nada de qué quejarnos. "Porque —me dijo el gringo—, si Luna no se porta bien con ustedes, yo comunico esto inmediatamente a nuestro escritorio de Lima, para hacerlo destituir en el día. Usted comprende que nuestra empresa representa intereses muy serios en el Perú y no estamos dispuestos a ponerlos a merced de nadie." Así me dijo el gringo. Pero yo le contesté que esos chismes no eran ciertos y que usted era nuestro, completamente nuestro. . .

—Yo sé —dijo Mateo Marino—, yo sé quiénes le escriben eso a los yanquis. . .