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Ya

sabe usted que yo estoy aquí para servirles y eso es lo único que me interesa. Yo sé que mientras míster Taik esté contento y satisfecho de mí, no teng-o nada que temer, Pero ya les he dicho ayer que yo necesito también lo menos cinco "conscriptos" antes de fin de mes. De los indios que hay en la cárcel, tengo que tomar también tres que me faltan para compleYo no puedo quedar mal tar mi contingente. con el prefecto. Póngase usted en mi lugar. Además, no conviene ir muy lejos en esto de los indios para Quivilca. Hay que desconfiar de a ustedes,

Riaño y del viejo Iglesias. Si el viejo Iglesias llega a saber que yo les he dado a ustedes veinte indios para Quivilca, él va a querer también otros tantos para su hacienda, y, como siempre está escribiéndose con Urteaga, puede indisponerme con el Gobierno. Pero si tenemos a míster Taik con no.

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— sotros. pero siempre es bueno estar bien con — diputado. — ¡No, no, no! Yo aseguro, además, que .

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Sí, sí

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viejo Iglesias no tiene por qué saberlo. Quivilca está lejos. Una vez que los indios estén en las minas, nadie sabrá de ellos nada, ni dónde están ni qué es lo que hacen, ni nada. ¿Y las familias de los indios? ¿Y si van a Quivilca? Muy bien; pero si usted se lo impide, no se moverán ni harán nada. Además, a todo el mundo hay que decirle que se les ha puesto en libertad y que los indios han huido después de miedo. Haciéndolo así, si se llega a saber que algunos de ellos están en las minas, se puede decir que ellos mismos se habían ido a Quivilca, de miedo al juicio por los sucesos de ayer. el

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