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EN EL MAR AUSTRÁL
— No tengo más.
— ¡Si me da, le lleno de oro la copa en que me sirva!... Busque una grande, que le conviene.
Y como lo dijo lo hizo, aquél mi amigo, á quién, sin embargo, todo el oro que encontraba le parecía siempre poco para llevarles comodidades á los suyos!... Qué cosa, eh?... Los mineros siempre parecen juiciosos y á lo mejor... ¡pataplúm!
— Són como el loco de Rivadavia... como dicen en mi país, —exclamé riendo.
Echamos el áncla y saltamos á tierra, con excepción de Smith que se quedó de guardia y se entregó á su ocupación favorita: pelar papas, pués este era, para él, la base mas importante de su cocina cosmopolita.