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XVI.

Reflejos

Al caer la noche alcanzamos al fondo de la gran cancha que habíamos atravesado y nos guarecimos al costado de una barranca escarpada.

YA entre dós luces la exploraron un poco Smith y Calamar, recogiendo en su excursión las primeras fresas y grosellas silvestres del territorio fueguino, que yo comí complacido, sin pensar, por cierto, que un día llegaría en que mi estómago desfalleciente extrajera de esas frutas jugosas las fuerzas que necesitaba mi organismo para proseguir la penosa lucha comenzada.

— Volviendo al tema de hoy, —dije,— ¿Conocen Vds. algunos mineros ó loberos que se hayan retirado con fortuna de estos canales?

— Mire,— me contestó Smith,— loberos y mineros, nó; pero sí hombres que ocasionalmente han tomado ese trabajo. Como ya te explicó La Avutarda, los loberos y los mineros de oficio, de raza diremos, són gentes que no se ocupan de