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10 INTRODUCCIÓN

Ahora con su Mar Austral salta Vd. de las selvas asoleadas de su provincia, dejando á sus paisanitas de vestido almidonado y cara atezada y vivaracha, á sus gauchos bailarines y camorreros,—á los tortuosos y fríos canales de la Tierra del Fuego, describiendo aquellos maravillosos paisajes que acabo de contemplar en todo su esplendor, y poniendo en escéna aquella abigarrada población de loberos y mineros, acudidos de todas partes del mundo, arrojados,. ávidos, generosos, toscos, borrachones, mezcla heterogénea é informe de los más antagónicos sentimientos y tendencias, que no puede señalarse sinó con la palabra aventurero, pues teniéndolos todos, no tiene ningún razgo típico.

Y si acertó en la pintura de sus Matreros, si en ese libro fué original y vibrante de color,—éste me revela por completo al escritor fecundo que sospechaba en Vd., cuando los sueltos periodísticos y los cuentos de la tierra esbozados para las «Variedades» de algún diario, le arrancaban la pluma que pudo dedicar á trabajos de mayor aliento,— como estos— de que no está desterrado tampoco su espíritu sardónico, juguetón y agudo.

Pero ¿es Vd. siempre el mismo? Después de los Matreros y el Mar Austral, barrunto que Fray Mocho está cediendo su puesto á José S. Alvarez, más reposado, más accesible á la tolerancia, más amante sobretodo, y con amor más puro, de la naturaleza inspiradora; algo patriota, y quizá también un poco místico. Perdone: lo digo sin segunda intención, hablo de un misticismo emanado de lo real, y que no rebaja los músculos ni desafina los nervios; ese misticismo que invade al mismo Zola cuando describe el Paradou....

Mejor es así; ahora puede Vd. recuperar el tiempo perdido en las redacciones, para ganar un pan mojado en