Página:En el Mar Austral - Fray Mocho - Jose Seferino Alvarez.pdf/236

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

234

EN EL MAR AUSTRÁL

bombillo que llevaba en la mano, pués reinaba la más completa obscuridad y la tormenta seguía como si recién comenzara.

—¿Qué quieres?... Déjate estar en tu mechinál, hasta que te avisemos!

—¿Pero dónde estamos?

—¡Que el diablo lo sepa!... ¡Hace más de veinte horas que no governamos!... Esta madrugada nos estrellaremos por ahí... por Bahía Valentin"... ó acabamos todos!...

—¿Y la carga?

—¿Carga?... ¡Cómo esto... ! Y se sopló la palma de la mano. El viento nos lleva cómo á una pluma: es un sudoeste rabioso!

Y horas más tarde; casi al aclarar, sentí un golpe seco que conmovió todo el barco y vi á Smith entrar desesperado, tomar su winchester y dós más que estaban á mano y decirme agitado:

—¡Nos vamos sobre una rompiente... ! Si caes al agua, déjate llevar. ¡Agarra la cantimplora! ... ¡Si tienes serenidad, no es nada!

Y salí: yá no llovía, pero el vendavál reinaba.

En ese momento, una gran óla que nos tomó médio de través, volvió á golpear horriblemente al cútter y embarcando por la popa corrió arrolladora y junto con Oscar, me arrebató...

Cuando volví en mi, estaba acostado sobre el cascajo de la playa, léjos del mar, que seguía alborotado y rugiente; me incorporé á duras penas y sentí el cuerpo como magullado. Venci mis dolores físicos y reanimándome con un trago de la cantimplora, que tenia en bandolera y con la cuál tropezó mi mano en un movimiento casuál, me puse de pié y tendí mi vista sobre el mar y sobre la costa.

Me hallaba sólo, sobre una playa desierta, —en el fondo de