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ENEIDA.


CXX.

Yendo las cosas á merced de Juno,
Al fin el mal consejo halló camino;
Tál que, habiendo á los Dioses uno á uno
Y á los vientos alígeros Latino
Conjurado con votos importuno,
«En ondas,» dice, «adversas el Destino
Nos arrastra. Vosotros, homicidas,
La impiedad pagareis con vuestras vidas.

CXXI.

»A ti está reservado acerbo filo;
Tarde á los Dioses volverás tu ruego,
¡Oh Turno desdichado! Yo al asilo
Que abre la tumba á mi esperanza, llego;
Sólo me privas de morir tranquilo!»
Habló Latino, y encerróse luégo,
Y á tristes pensamientos entregado,
Las riendas abandona del Estado.

CXXII.

Fué en el Lacio costumbre;—los albanos
Pueblos la honraron luégo; y la gran Roma,
Hoy si á los Getas lleva ó los Hircanos
Luto, ó sobre los Arabes asoma,
Ó á Oriente ó á los Indos va lejanos,
Ó enseñas propias á los Partos toma,
Roma, abriendo á sus triunfos la carrera,
En la misma costumbre persevera:—