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VIRGILIO.


XVIII.

Y el Tibre, que bajó la noche entera
Hinchado, su corriente á la mañana
Con reflujo suavísimo modera
Y como estanque plácido la allana,
Y abre á las quillas próspera carrera.
Con gozoso rumor la caravana
Ya remos bate, y sobre el fondo quieto
Fugaz resbala el embreado abeto.

XIX.

Los árboles se asombran de la orilla
Viendo venir por el cristal sereno
La pintoresca copia, y cómo brilla
Distante con las armas de su seno.
Dia y noche bogando la escuadrilla
El rio sube de recodos lleno;
En selvas laberínticas se pierde,
Y cruza en ledo giro el bosque verde.

XX.

En medio ya de su radiante vuelo
Ardia el sol, cuando avistó el Troyano
Muros y alcázar, blanco á su desvelo,
Y casas esparcidas, que el romano
Poder más tarde levantó hasta el cielo;
Que era Evandro modesto soberano,
Y modesta su corte. Apriesa inclinan
Las proras ya, y á la ciudad caminan.