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ENEIDA.


XXI.

Solemnes por ventura en aquel dia
El Rey árcade honores tributaba,
Antes de la ciudad, en selva umbría,
Al semidios de la invencible clava.
Allí Palante, hijo del Rey, se via,
Rudo senado y juventud no esclava,
Incesando á los Númenes. Gotea
Caliente sangre y ante el ara humea.

XXII.

Ellos, viendo que fáciles ascienden
Por entre el bosque opaco altos navios,
Y hombres que, al parecer, los brazos tienden
Sobre los remos con callados bríos,
La ceremonia con temor suspenden;
Levántanse. Culpables descarríos
Palante audaz reprime, y el acero
Empuña, y al peligro va ligero.

XXIII.

Ya de un alto estas voces firme envia:
«¿Quiénes, mancebos, sois? ¿Cuál clima esconde
Vuestra cuna y origen? ¿Quién por via
Tan desusada os impelió, y á dónde?
¿Paz, ó guerra traeis? ¿Qué intento os guia?»
En pié sobre la popa así responde
Enéas á Palante, y en la diestra
Rama de oliva, alegre anuncio, muestra: