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VIRGILIO.


CXIV.

»¡Oh! ¡del árcade Rey el desconsuelo
Os mueva á compasion, y de un anciano
Padre las preces escuchad! ¡Si el Cielo
Ha de volverme mi Palante sano;
Si él algun dia alegrará mi duelo;
Si firme unirle á mí no espero en vano,
El término alargad de mi partida:
Trabajos sufriré; quiero la vida!

CXV.

»Mas si un hado cruel fúnebres lazos
A mi esperanza tiende y mi deseo,
Lícito sea fenecer los plazos
De esta mísera vida, hora que áun veo
Incierto lo futuro, y que en mis brazos
Te tengo, hijo, y en verte me recreo,
¡Tú, tan tarde gozado y tan querido!
Nunca nueva fatal hiera mi oido!»

CXVI.

Tal sus adioses últimos plañía
El Rey; y enajenado de sentido,
En brazos sus criados á porfía
Le restituyen al desierto nido.
Y sale la veloz caballería
Por las abiertas puertas con ruido:
En primer línea Enéas va y Acates;
Otros siguen en pos teucros magnates.