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ENEIDA.


LXIX.

Y á Lamo oprime, á Lámiro, á Serrano,
Mozo éste de gentil fisonomía
Que hasta tarde despierto estuvo, en vano,
Con el mucho jugar; ya en fin dormia
Puesto en brazos de un sueño asaz temprano,
Con el mucho beber. ¡Feliz si al dia
Aguardase! si, hurtándose al sosiego,
Igualara la noche con el juego!

LXX.

Como leon que, en el furor agudo
De hambre voraz, entre el rebaño vaga
Tierno de carnes y en su espanto mudo,
Que hinche el aprisco, y ya le aferra y traga;
Brama su boca ensangrentada: crudo
Así Niso se ceba: irle á la zaga
Euríalo no quiere, y muertes hace
En la ignorada grey que en torno yace.

LXXI.

Él á Ábaris y á Fado asalto fiero
Y á Herbeso y Reto dió: Reto, que en vela
Todo viéndolo está; medroso empero
Tras una jarra enorme el bulto cela:
En su pecho, al erguirse, entra el acero
Que, sacado, mortal caso revela:
Vierte el triste la vida, y sangre y vino;
Y el nocturno agresor se abre camino.