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ENEIDA.


CLIX.

Y á Fáleris, y á Gíges, un jarrete
Habiéndole en la fuga herido, alcanza:
Con picas de éstos á otros acomete;
Juno el fuego le da de su venganza.
Clavó á Fégeo en su escudo, y arremete
Tras de Hális, y hácia aquellos ya se lanza
Que están desde los muros braveando:
Prítanis, y Halio, y Noemon, y Alcrando...

CLX.

¡Tristes! no le aguardaban.
Se le aboca Linceo, empero, entre ellos avisado,
Y contra él, aunque tarde, ¡os convoca:
Turno se le adelanta, en un vallado
Se apoya, el hierro esgrime, y le derroca
De un tajo, con el yelmo destroncado
La segada cabeza. Y luégo á Amico
Postra, en despojos de la selva rico.

CLXI.

Cazador que cual nadie el arte y dolo
De enherbolar saetas conocia.
Mató despues á Clicio, hijo de Eolo;
Y á Creteo, á quien fué la compañía
Fiel de las Musas su deleite solo,
Su ejercicio el laud, la poesía
Su amor. Carros marciales, lides bravas
Siempre, ¡vate infeliz! cantando estabas.