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ENEIDA.


CLXV.

Cual leon de monteros acosado,
Que los venablos contrapuestos mira
Receloso, y á paso retrogrado
Con miradas sañudas se retira:
El valor en su raza vinculado
Huir no le permite, ni la ira;
Mas por medio de la áspera barrera
Romper no puede, aunque romper quisiera;

CLXVI.

Así Turno tambien dudoso y lento
Retrocediendo va; mas no desmaya,
Y arde en vivo furor su pensamiento.
Embestir una vez y áun otra ensaya,
Y una vez y otra su ímpetu violento
Pone á muchos en fuga, á otros á raya;
Pero al fin en su daño se congregan
«Cuantos hay en el campo y juntos llegan.

CLXVII.

Ni ya la hija de Saturno osa
Confortar al ahijado en su porfía
Con nuevo aliento; que á Iris vaporosa
Júpiter mismo desde el cielo envía,
Y, encaminados á su régia esposa,
Mensajes no suaves le confía,
Que abandonar á Turno ordenan, caso
Que de los muros él no arredre el paso.