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VIRGILIO.


CXI.

No se apartan un punto de su mente
Palante, Evandro: aquellos fraternales
Banquetes á que huésped fué presente,
Aquellas diestras que estrechó leales.
Cuatro hijos de Sulmon, cuatro que Ufente
Nutriera, coge vivos, á los cuales
La amada sombra honrando él mismo hiera,
Y su cautiva sangre dé á la hoguera.

CXII.

De léjos lanza airada arroja luégo
A Mago, que mañoso el golpe esquiva
Y á sus rodillas con lloroso apego
(Por encima la lanza fugitiva
Pasó vibrando) exhala humilde ruego:
«Deja que á un padre yo, que á un hijo viva;
Hazlo en amor de ese hijo en quien esperas,
Por la sombra del padre á quien veneras:

CXIII.

«Rescate ofrezco: tengo una alta casa,
Y allí de plata, en sótano profundo,
Cincelados talentos, y sin tasa
De oro labrado y sin labrar abundo.
¿O piensas que á tu campo el triunfo pasa
Porqueesta alma mezquina huya del mundo?
¿Qué gaje para tí, qué gloria es ésta?»
Enéas irritado le contesta: