Página:Eneida - Tomo II (1905).pdf/277

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
768]
219
ENEIDA.


CLXII.

Tal ya con grandes armas el tirreno;
Y Enéas, que veloz llegar quisiera,
Con los ojos le busca, de ardor lleno,
Allá á lo largo de enemiga hilera:
Firme el otro en su basa ve sereno
Al osado adversario á quien espera;
Mide el tiro á la lanza con la vista,
Y «¡Así esta diestra, que es mi Dios, me asista,

CLXIII.

»Y aqueste hierro que vibrante á Enéas,»
Dice, «en castigo á su insolencia arrojo!
¡Y á fe, Lauso, y á fe que con preseas
Que á ese bandido arrancaré en despojo,
Trofeo vivo de mi triunfo seas!»
Calla, y tira de léjos en su enojo
La silbadora lanza. Ella el escudo
Troyano hiere, mas entrar no pudo;

CLXIV.

Y á distancia en su vuelo rechazada,
Va de allí al noble Antor, y hondo camino
Le abre entre las costillas y la ijada.
Compañero deAlcídes, de Argos vino
Antor, y á Evandro unido, hizo morada
En ítala ciudad. Hoy ¡triste síno!
Cae de extraviado golpe: al cielo mira,
Y su Argos dulce recordando, espira.