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VIRGILIO.


XXI.

Calló, yá sus reales se encamina
Tendiendo al alto muro. Allí, entretanto,
Llegados son de la ciudad latina
Embajadores, que de olivo santo
Con la rama adornados peregrina
Piden tregua, en la cual los que sin llanto
Honroso á fil de espada yacen muertos,
Sean de tierra por piedad cubiertos.

XXII.

Tregua piden y paz con los finados,
Y que armisticio Enéas á varones
Conceda, á quienes diera ya dictados
De huéspedes y suegros. Las razones
El Troyano aprobó de los legados,
Y añade, al otorgar tan justos dones:
«¡Latinos! ¿qué fortuna indigna os cierra
En estos lazos de forzada guerra?

XXIII.

«¿Por qué á nuestra amistad fuisteis esquivos?
Paz para aquellos me pedis que muertos
Han sido en el combate;—¡áun á los vivos
Quisiera yo otorgarla! A vuestros puertos
No vine con intentos ofensivos,
Mas sumiso al mandato de hados ciertos
Mansion perpetua á establecer. Tampoco
A guerra yo vuestra nacion provoco.